viernes, 14 de noviembre de 2025

Mendoza, el nuevo grito del fútbol federal


La conquista de Independiente Rivadavia en la Copa Argentina 2025, la primera de su historia a nivel nacional y la primera del fútbol mendocino, se suma a los hitos recientes de Patronato de Entre Ríos, Talleres de Córdoba y Central Córdoba de Santiago. Cuatro provincias suscribieron su nombre a la élite de campeones nacionales en los últimos cuatro años. Desde 1944 y hasta 2022, sólo Tucumán contaba con ese privilegio por fuera del eje fundacional Buenos Aires-Santa Fe

Hasta el título de Patronato en la final victoriosa contra Talleres de Córdoba en 2022 por la Copa Argentina, había que retroceder hasta 1944 para encontrar al último campeón de una competencia nacional, organizada por el ente oficial, cuyo origen no estuviera dentro del eje fundacional histórico de la Asociación del Fútbol Argentino, comprendido por la Capital Federal, el Área Metropolitana de Buenos Aires y la provincia de Santa Fe: fue San Martín, el “Santo” de la provincia de Tucumán, consagrado como el mejor en el llamado Campeonato de la República de 1944 venciendo en la final por 3-1 a Newell’s Old Boys; el primer campeón indirectamente afiliado a la AFA de la historia.
Ese hito quebraría, 78 años después, el Club Atlético Patronato de la Juventud Católica de la ciudad de Paraná: que una institución ajena al circuito productivo de los puertos Buenos Aires/Rosario/Santa Fe consiguiera un título oficial de AFA. Sólo dos años después, y ocho décadas más tarde que aquel hito tucumano, se sumó Central Córdoba de Santiago del Estero con su histórica consagración en la Copa Argentina 2024 derrotando a Vélez en la final jugada en el estadio 15 de Abril de Santa Fe.
Por si fuera poco, la proliferación de competiciones en la AFA actual -dos campeonatos de liga, una copa anual federal y otras tres con definición a partido único por temporada- hizo que el título de Talleres de Córdoba, este año, por la postergada Supercopa Internacional 2023 en la final con River llegara para saldar una deuda histórica del fútbol cordobés al obtener el primer galardón nacional para un club de esa provincia. Cierto, también, imposible obviar el único título oficial de división superior que ostentaba un club de Córdoba, con el Talleres de Ricardo Gareca campeón de la Copa Conmebol 1999. Pero, huelga aclarar, era un título internacional organizado por la CSF a la cual está asociada, claro, la Asociación del Fútbol Argentino, que no lo organizaba de forma directa.
Además de Talleres, Patronato, Central Córdoba y, desde este noviembre, el Club Sportivo Independiente Rivadavia de Mendoza, por mencionar los nuevos campeones federales, hay otros 41 equipos argentinos que, desde fines del siglo XIX, han ganado al menos una competencia oficial organizada a nivel “nacional” por la actual AFA, llamada así desde la fusión definitiva de la Liga Argentina Profesional disidente y la Asociación Amateur oficial, en 1935. La última incorporación a esa lista de 45 había sido Platense, que en mayo ganó su primera estrella en el círculo de privilegio, venciendo en la final del Torneo Apertura a Huracán, e inscribió su nombre entre los campeones de liga del profesionalismo. Otro hito.

La geopolítica, condición necesaria y suficiente
Pese a que el país tiene 24 jurisdicciones administrativas, con el título de los mendocinos y a lo largo de la historia, los clubes campeones de las competiciones nacionales e internacionales oficiales se reparten sólo entre ocho de ellas: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Tucumán, Entre Ríos, Córdoba, Santiago del Estero y Mendoza. El dato no es menor: cuatro de esas ocho provincias se anotaron a ese listado top recién entre 2022 y 2025. Un récord histórico para una AFA siempre exclusiva del fútbol centralizado en el eje fundacional porteño.
La geopolítica interna del país condicionó al fútbol criollo desde principios del siglo XX; la marca de su principal puerto comercial y comunicacional como eje de salida hacia el “mundo”, también. Hubo algunos mínimos atisbos de reconocimiento en los albores del fútbol como identidad colectiva, cuando la AFA, de aún denominación inglesa con “football” en lugar del castellanizado fútbol, amplió las “fronteras” de lo argentino reconociendo a la liga regional de Rosario, a la que incorporó oficialmente de manera regular para que se enfrentara contra el campeón porteño en la disputa anual del llamado Campeonato Argentino –la Copa Ibarguren– desde 1913. Porteños contra rosarinos jugando por el título “argentino”.
Los límites de la nacionalidad futbolística oficial, en la práctica, se abrieron desde siempre dentro de la pampa húmeda, contemplando a los clubes rosarinos y, sólo años después, a los santafesinos. Pero poco más. De hecho, de esos concursos organizados en el circuito productivo de los puertos Buenos Aires/Rosario salieron los representantes argentinos que jugaron las primeras copas internacionales contra los uruguayos: la Copa de Competencia, la Copa de Honor “Cusenier” o la Copa Aldao. De allí que, a más de cien años de consolidarse esta estructura, aparezcan consagraciones de clubes como Tiro Federal o Atlético del Rosario, hoy un participante habitual del rugby nacional que, sin embargo, fue parte constitutiva del nacimiento del football criollo, siendo el primer club rosarino de la historia en disputar el campeonato de Primera División, en 1894.
Desde sus orígenes, la historia oficial del fútbol nuestro designó a sus “campeones nacionales” por la Copa Campeonato que exclusivamente jugaban unas pocas -pero trascendentes y fundamentales en la memoria colectiva por su popular arraigo cultural- instituciones ubicadas dentro de Buenos Aires y su Área Metropolitana, hoy conocida como Gran Buenos Aires.
Recién entre 1939 y 1948 se dio una primera apertura “efectiva”, sumando a las entidades más representativas de Rosario y Santa Fe como afiliadas directas de AFA. Así empezaron a competir de forma regular en los concursos porteños: primero fueron Newell’s Old Boys y Rosario Central, luego Unión y después Colón.
Pero no sería sino hasta 1967 -pese a la discontinua disputa de competencias como la citada Copa de la República ganada por San Martín de Tucumán– y la creación del Torneo Nacional, cuando, después de siete décadas, se organizaría un torneo evidentemente “argentino y federal”, con representación regular e institucional de la mayoría de las provincias. Fue cuando los “grandes” del interior empezaron a tener visibilización a nivel nacional y aparecieron los primeros títulos en Primera División de los dos grandes de Rosario; o los subcampeonatos de Talleres de Córdoba (1977), el Unión santafesino (1979) y el Racing de Nueva Italia cordobés (1980).
El albiazul cordobés tendría otras grandes campañas en el siglo XX: fue 4º en 1974, semifinalista en los campeonatos Nacionales de 1976 y 1978 y 3º en el campeonato regular de Primera División de 1980, cuando se ganó en la cancha el derecho a jugar anualmente el Metropolitano de los porteños gracias a la Resolución 1.309.
Con el nuevo siglo, llegaron los dos subcampeonatos de Talleres en las Copas Argentina de 2020 y 2022; el reciente segundo puesto en el Campeonato de la Liga Profesional 2023 que le arrebató el River campeón de Martín Demichelis; y el esperado campanazo al obtener su primer y postergado título nacional con la Supercopa Internacional ganada por penales en Asunción de Paraguay frente al Millonario.

Los 45 campeones de torneos superiores de AFA, Conmebol y FIFA
Al Atlético del Rosario (Rosario Athletic) lo abraza el honor de haber sido el primer campeón “del interior” de un torneo de fútbol organizado por las entidades oficiales antecesoras de la hoy AFA: el primero “no porteño” en lograrlo. Ganó tres ediciones de la Copa de Competencia “Chevallier Boutell” (1902-1903-1905). Considerada la primera competición internacional del continente, era organizada entre clubes del torneo de Buenos Aires (Argentine Football Association), la Liga Rosarina y la Liga Uruguaya.
De Rosario, también se anotan como campeones Tiro Federal (Copa Ibarguren 1920), Central Córdoba (Copa Beccar Varela 1933) y, claro, Rosario Central y Newell’s Old Boys, los campeones “modernos” rosarinos que también se anotan con varios títulos del profesionalismo en el principal campeonato de Primera División, la hoy Liga Profesional de Fútbol.
Por fuera del eje del puerto de Rosario, recién en 2021 la provincia de Santa Fe pudo anotar a un campeón de otra ciudad: Colón, de Santa Fe de la Vera Cruz, al levantar la Copa de la Liga de esa temporada con Eduardo Domínguez en el banco. El Sabalero pudo revalidar para la capital santafesina el título que se le había negado en 1979 a su archirrival Unión, cuando el Tatengue perdió la final del Torneo Nacional de Primera División por diferencia de gol. Se dijo: Tucumán, con San Martín; Córdoba, con Talleres; Entre Ríos, con Patronato; Santiago del Estero, con Central Córdoba, y, desde ayer nomás, Mendoza, con Independiente Rivadavia, completan el círculo de privilegio de campeones oficiales nacionales del mal llamado “interior”.
Campeonatos, copas, torneos por puntos a una y dos ruedas, títulos jugados a un partido, campeonatos rioplatenses, trofeos definidos por diferencia de gol, por córners a favor o por penales, como se estila en la era moderna desde la década de 1970: 420 títulos oficiales, organizados entre 1891 y 2025, repartidos entre 45 instituciones de siete provincias y la Capital Federal.
De todo, como en botica.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 90 Líneas.

sábado, 8 de noviembre de 2025

AFA: una historia de fallos y polémicas



La insólita y extendida en repudio sanción contra el Lobo jujeño tras los cuartos de final del Reducido de la B Nacional, un fallo sin antecedentes recientes que profundizó heridas por el accionar de la dirigencia de AFA bajo gestión Tapia. Back up de los casos más resonantes

Deportivo Madryn ya había amagado hacia el final de la temporada pasada: un empate en la última fecha contra Colón en Santa Fe lo había privado, por diferencia de gol, de asegurarse el primer puesto de su zona de la B Nacional 2024 y quedó en las puertas de disputar la final por el campeonato y el ascenso directo a Primera. Ese que, finalmente, se llevó Aldosivi de Mar del Plata dando el campanazo contra San Martín de Tucumán en el “Gigante de Arroyito”, en Rosario.
2025 no iba a ser la excepción. Se insinuaba. Lo había advertido, casi como presumiendo denuncia -aunque sin pruebas, claro-, hasta el propio periodismo. Fue Gustavo Grabia quien, antes de las fechas finales de la Primera Nacional 2024, remarcó el huelle arado por su “sorpresa” al ver la nueva composición de la Comisión Directiva de AFA para 2025, con la inclusión de Javier Trueque -huelgan los comentarios por la analogía y el capricho tautológico de su apellido- en la lista de nuevos vicepresidentes de AFA. Uno de esos “trueques” lo llevaron a canjear el histórico liderazgo en la Liga del Valle como dirigente de peso del Consejo Federal para estar en la lista top del fútbol asociacionista porteño, ahora en la AFA del Chiqui.
Madryn, “el que corre con el caballo del comisario”, a decir de quienes conocen los abarates semanales de la categoría, que en la jerga gaucha del fútbol criollo se traduciría en el -inexorable en el tiempo- ascenso del club chubutense a la Liga Profesional, como alguna vez sucedió con el Barracas Central de Tapia o el Riestra del ex “boga” de Diego Maradona: Víctor Stinfale. Sería el primer equipo patagónico, el más austral del país, en llegar a la Primera División de los equipos directamente afiliados a la AFA en toda la historia. Hubo solo seis casos desde la federalización masiva del fútbol argentino en 1967 de la mano de Valentín Suárez -Cipolletti de Río Negro, Deportivo Roca y Atlético Regina, de la provincia de Río Negro; Alianza Cutral Có, de Neuquén; y Huracán de Comodoro Rivadavia e Independiente de Trelew, de Chubut- pero todos clasificando desde los cupos directos que otorgaban las ligas regionales al Campeonato Nacional.

Javier Trueque: de la mano de Tapia, el "eslabón" del fútbol patagónico en AFA

El éxodo jujeño
Por el ordenamiento según las posiciones finales entre los clasificados de ambos grupos, Gimnasia y Esgrima de Jujuy debió enfrentar los cuartos de final del Reducido contra el perdedor de la final por el ascenso directo, el Deportivo Madryn, en la simpática “Tacita de Plata”. Cuando iban iguales en 0, el juez -Lucas Comesaña- dijo no ver un clárisimo penal para los locales por una mano adentro del área que se percibía desde Salta… Hubo reclamos, alguna tangana, insultos de los hinchas locales. Pero fue “siga y siga”. Pese al garfio, los jujeños lograrían la ventaja con un gol, sobre la hora del primer tiempo, de Alejandro Quintana: 1-0. Fue ahí cuando Comesaña denunció intimidaciones y una supuesta “apretada”. Según consta en el fallo del Tribunal de Disciplina publicado antes de la revancha, declaró que un directivo norteño los amenazó a gritos: "Salgan a dirigir bien (el segundo tiempo) porque de acá no se van: los meto a los cuatro presos y los dejo tres días detenidos en Jujuy", en referencia al juez principal, los asistentes y el cuarto árbitro.
Comesaña no dudó, no salió a dirigir el segundo tiempo y suspendió el partido. Denunció el hecho y el Tribunal actuó con una severidad pocas veces vista en los últimos años: partido perdido por 0-3 para el elenco local y distintas multas sobre el club y su estadio.
Con la desventaja, la revancha del pasado domingo fue apenas un casillero a completar a pedido de Trueque. Madryn ya superó la llave de cuartos y espera la serie de semifinales contra el granítico Deportivo Morón. ¿Habrá equivalencia? Duelos de Deportivos…


De los jueces británicos al descuento de puntos
Hurgando en la sinuosa historia asociacionista, terminado el campeonato superior de 1947, la AFA dispuso la contratación de árbitros británicos. Fueron ocho en total. Consecuencia de un gran devenir de años de acusaciones cruzadas y el siempre palpable favoritismo de los jueces locales para los intereses futbolísticos de los llamados “cinco clubes grandes”. ¿Sus nombres? David Gregory, James Provan, Aubrey Withe, Lionel Gibbs, Charles James Dean, Harry Hartles, John Cox y William Brown.
Lo vivieron de cerca los clubes locales: con Gimnasia, en el torneo de 1933, que protestó con la legendaria “sentada” en el campo de juego en un partido contra San Lorenzo, de visitante, por los escandalosos fallos del juez Alberto Rojo Miró a favor de los locales, que peleaban el campeonato mano a mano con los platenses. El Cuervo convirtió los goles sin resistencia, uno tras otro, y el árbitro lo frenó cuando ya ganaban 7-1. Un acto de honestidad y desobediencia sin precedentes que dejó el primer antecedente de rebeldía en la recientemente creada Liga Argentina Profesional. Como resume el colega Carlos Aira en su “Héroes de Tiento”: “El Expreso de 1933 inventó la categoría de campeón moral. ¿Pudo pelear el campeonato hasta la última fecha? Jamás lo sabremos: Gimnasia abrazó la inmortalidad moral, pero desistió de pelear hasta el final”.
Pero también con Estudiantes, que llegó a decretar “persona no grata” la presencia del árbitro internacional, José Bartolomé Macías, cada vez que era designado para dirigir a los albirrojos, como ante River en un partido clave del campeonato superior de 1935, cuando el colegiado ignoró un claro penal para el Pincha, le expulsó dos jugadores y le anuló un gol lícito por supuesto offside. La propia prensa local solía ilustrarlo, sin filtros, al tal Macías, con un sombrero de “bombero”, siempre atento el hombre a favorecer a los “grandes” del fútbol porteño.
Cuenta Alejandro Fabbri en uno de los tomos de “Historias Negras del Fútbol Argentino”, citando al diario El Mundo de 1936: “Lo concreto es que gran parte del periodismo se hizo eco de esta situación. El diario advertía que una falta absoluta de carácter se aprecia en la mayoría de los árbitros que actúan en las filas de la Asociación del Fútbol Argentino. No ignoran nada de lo que ocurre a su alrededor. Advierten gestos y oyen insultos. A pesar de que los ojos de millares de espectadores están controlando severamente sus procedimientos, no se les ve intervenir con la decisión y la energía que reclaman las circunstancias. Esa tolerancia ha traído como lógica consecuencia una terminante falta de respeto de parte de los jugadores quienes luego, al comprobar que sus incorrecciones no han merecido una sanción ejemplar, comentan risueñamente en los vestuarios la debilidad del espíritu del juez, que no se atrevió a expulsarlos. Culpables no son, por consiguiente, los futbolistas, sino los mismos referees que no saben imponer ni defender su autoridad”.
Pero las incongruencias del Tribunal de Disciplina de AFA son tan discutibles como extendidas en el tiempo. En 1940, Independiente se desligó del partido contra Atlanta de la última fecha y los Bohemios evitaron el descenso sin sanciones para los jugadores del Rojo. Una de las mayores “entregas” de la historia, se cuenta entre especialistas, contra un Independiente que venía de ganar el bicampeonato 38/39: Atlanta vencía 6-0 en el PT sin que mediara ninguna reacción de los visitantes (después, para matizar el despliegue, convirtieron cuatro y cayeron pero por 4-6) y se vio favorecido por el triunfo de San Lorenzo sobre Vélez, que finalmente quedó un punto por debajo de Atlanta y descendió por primera y única vez en su historia.
Lanús y Huracán definieron un descenso teniendo que desempatar en el Campeonato de Primera División de 1949. Fue un triunfo para cada uno y, en el tercer y decisivo partido, cuando iban 3-3, Huracán se retiró de la cancha disconforme con el arbitraje. El Reglamento era taxativo y preveía "la pérdida de puntos para el equipo que deje el campo de juego". Pero el mismo Tribunal de Penas dispuso que se jugara de nuevo, sin sancionar al Huracán de Ducó pese a las protestas de los Granates. Lo ganó el Globo y Lanús a la B. Tan insólito como condenable.


Los promedios... a la medida de los "grandes"
El fútbol moderno trajo mayores incongruencias y ninguna ingenua. Después de que San Lorenzo descendiera en 1981 al terminar entre los dos últimos del campeonato, y justo cuando River estuvo cerca de hacerlo en el Metropolitano 1983 (ese año terminó anteúltimo y con el viejo sistema de descensos por puntos hubiera descendido), se implantó nuevamente el sistema de promedios para determinar quiénes bajaban de categoría. Se tomaban las dos últimas campañas. Por este sistema zafó River, pero se perjudicó a Racing de Avellaneda, que en ese 1983 descendió por primera vez. Los promedios siguieron, pero el efecto sobre uno de los “grandes” (Racing) hizo modificar el sistema. Ya no se tomaría el promedio de las dos últimas temporadas, sino de las últimas tres temporadas. Más hándicap para “los grandes”.
Otro tanto en la segunda década de los 2000, cuando todavía se jugaban las atractivas promociones que podían determinar hasta cuatro descensos por temporada con campeonatos que se jugaban con 20 equipos en la categoría. Había dos descensos directos y otros dos posibles en las reválidas con los mejores clasificados de la Primera B Nacional. Algo que hoy suena a quimera, cuando proliferan las ligas de 30 equipos y se suspendieron los descensos de categoría en tres de las últimas seis temporadas.
Racing y San Lorenzo a punto estuvieron de repetir los descensos en 2008 y 2012, zafando en las respectivas promociones contra Belgrano e Instituto de Córdoba; pero sí lo hicieron River, en 2011, e Independiente, ya en 2013. Un año después, y antes de su fallecimiento, la idea de Julio Grondona se haría efectiva: los campeonatos pasaron de 20 a 30 equipos en la máxima categoría y, nunca más, “un grande” sufriría por pelear el descenso. Había pasado mucha agua bajo el puente. Y era suficiente...
Nada nuevo bajo el sol.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 90 Líneas.

miércoles, 5 de noviembre de 2025

La historia jamás contada del primero del Pincha


Un 5 de noviembre de 1905 jugó su primer partido en la ciudad, en la actual Plaza Malvinas, en 50 entre 19 y 20. Fue el predio que, de manera provisoria, utilizó desde su fundación hasta la aprobación oficial de su cancha de 57 y 1. Lo ganó Estudiantes 2-0 ante los juniors del Wanderers Nacional, con un adolescente Jorge Luis Hirschi como titular: el hombre del estadio UNO

Habían pasado apenas unos meses de la fundación de la institución platense que fue pensada para practicar y ser un club de fútbol: el por entonces “Club Atlético Estudiantes”. Y la historia se inscribe conocida: la noche del 4 de agosto de 1905, un grupo de pibes estudiantes -mayoritariamente socios y sportsman’s del Club de Gimnasia y Esgrima La Plata- terminaron fusionando sus pasiones por el incipiente deporte de los “ingleses locos” y decidieron fundar un nuevo club en La Plata. Fueron veinte a una asamblea que, se conoce, comenzó la noche del 4 de agosto y terminó bien entrada la madrugada del 5 de agosto: Miguel Florentino Moreda, Carlos y Jorge Isla, Tomás Ismael Shedden, Ricardo Sancet, Saúl y Antonio Ferreiroa, Alejandro y Emilio Fernández, David Ramsay, Uberto Vignart, Hugo Ferrando, Raúl Salas, Antonio Mouzo, Joaquín Sesé, Horacio Tolosa, Carlos Sagastume, Jorge Contreras, Félix Díaz y Alfredo M. Lartigue.
Faltaban días, apenas, para que Gimnasia jugara su último partido de fútbol como local en la reconocida Plaza de Juegos Atléticos de 47 y 1; por el torneo de Tercera División, antes de la escisión definitiva de ese deporte del club, contra Catedral al Norte. Un 3-1 a favor jugado el 12 de agosto de 1905, meses antes de que allí se levantara la construcción de los edificios del futuro Colegio Nacional Rafael Hernández. Fue por eso que la CD albiazul debió ceder esos terrenos, que usufructuaba como campo deportivo, al nacionalizarse la universidad provincial: la hoy Universidad Nacional de La Plata.
Esa tarde, un tal Félix Díaz -el comerciante de avenida 7 que prestó su local para la primera reunión de los fundadores pincharratas- fue juez de línea y se alistaron en Gimnasia varios de los futuros futbolistas albirrojos: Alfredo Lartigue, Antonio Ferreiroa, Miguel Moreda, David Ramsay. El diario El Día no dudaba en vaticinar una “numerosa concurrencia en el field” para el “importante match de foot-ball” dado que sería “el último partido” a jugarse en el gran predio deportivo de avenida 1 y calle 47, en el por entonces Parque Iraola de la recién fundada ciudad de La Plata.
Pero habría uno más: Gimnasia enfrentaría su último partido oficial de la Argentine Football Association, ya el lunes 11 de septiembre, un mes antes del debut de Estudiantes, aunque, ya sin cancha propia, de locatario en el campo de juego que el Club Friend’s ocupaba en los terrenos del actual Parque Saavedra, en 13 entre 64 y 65. Fue contra Villa Ballester (derrota 1-3) y, otra vez, alistado con varios de los juveniles futbolistas que representarían a Estudiantes en su debut en la ciudad de Chivilcoy, el 22 de octubre de 1905.
El cordón umbilical, a relevo de pruebas, no terminaba de cortarse entre albiazules y futuros albirrojos, pese a que los partidos entre combinados interclubes, o hasta selecciones de diferentes ciudades, fuera una práctica usual y muy extendida en esa época dada las dificultades logísticas a la hora de concretar un partido.

El debut del fútbol Pincha: visitante en tierras bonaerenses
Con un gran encabezado en letras imprentas mayúsculas (“FOOT BALL”), el miércoles 18 de octubre de 1905, El Día anunciaba el acontecimiento fundacional del Club Estudiantes tras aceptar la invitación del comisionado local para decir presente en las fiestas patronales por el quincuagésimo primer aniversario de Chivilcoy: “El sábado próximo por el tren que sale de ésta a las 7 p.m. partirán para Chivilcoy los jugadores del primer team de estudiantes (sic) con el objeto de llevar a cabo el match de foot-ball concertado entre este team y el primero de gimnasia y esgrima (sic) de aquella localidad”.
El enfrentamiento deportivo venía a saldar el frustrado debut de Estudiantes en la ciudad de Lobos, donde el club platense había sido invitado para medirse con el Club Atlético Lobense el 24 de septiembre. Pero la lidia jamás pudo celebrarse, pese al esfuerzo de emprender el viaje desde la capital provincial, por las intensas lluvias que anegaron el precario campo deportivo local de esa localidad bonaerense.
En Chivilcoy, el rival no sería el citado (suple marcar aquí un error de origen del matutino local en el anuncio, ya que el Gimnasia de esa ciudad sería fundado recién en 1916) sino un Combinado de la Liga del Oeste conformado por jugadores del Sportivo Chivilcoy y de ciudades cercanas como Chacabuco, Mercedes y Suipacha. Los once futbolistas albirrojos que abordaron el tren hacia el interior bonaerense, en riguroso traje y sombrero, fueron: David Ramsay, Miguel Florentino Moreda, Alfredo Lartigue, Emilio Cortelezzi, Tomás Ismael Shedden, Eudosio Rodríguez, Carlos Isla, Leopoldo Gándara, Teófilo Henault, E. Silva y Antonio Ferreiroa. Once nombres para la historia.
El partido amistoso terminó en empate. Dos goles por lado. Y la remontada albirroja casi termina en triunfo y hazaña. Fue el capitán de Estudiantes el que propuso continuar el match tras los 90: una prórroga de 30 minutos para desempatar. Pero los locales desoyeron el canicular reclamo de los platenses, que querían alargar la brega para irse victoriosos en su esperado debut, y se negaron. Alrededor de la plaza atlética de Chivilcoy, a la hora del partido, ya se sentían los sonidos de los carruajes por el desfile del corso que luego cerraría con los bailes populares nocturnos en el salón municipal.


Antes de UNO, local en Plaza Malvinas
Estudiantes y el Racing Club de Avellaneda aún se “disputan” algunas marcas, narrativas de construcción de sentidos, en la historia del fútbol de AFA: desde ser “el primer campeón criollo” (ambos clubes coronaron en 1913, pero Estudiantes lo hizo unos días antes que “La Academia” aunque en la asociación disidente: la Federación Argentina de Football, la FAF) hasta la antigüedad como locatarios consecutivos en un mismo predio: 1906 fue el año en el que Estudiantes obtuvo las tierras del actual Paseo del Bosque para levantar su estadio en los terrenos que iban de 54 a 57 y de 1 a 115, en el mes de febrero, y Racing retornó ese mismo año a su histórico lugar, el de la intersección de las calles Alsina y Cordero. Allí, hoy, se levanta “El Cilindro de Avellaneda”. Pero en otro sector de la ubicación original del antiguo estadio de madera. De allí el debate y la disputa…
Sin embargo, antes, en esos meses fundacionales, la casa provisoria del albirrojo se ubicaba en la esquina de 19 y 50. La cancha se extendía de manera paralela a la calle 50, de 19 hacia 20, en terrenos de la familia Tettamanti, comerciantes y propietarios de la empresa de tranvías “El Nacional” que tenía su terminal en los galpones de 20 entre 49 y 50. Ese mismo inmueble que se usaba, en comodato, como vestuario y guarda de camisetas y pelotas y que décadas después sería, entre otras, la sede de la dirección de tránsito municipal, lindante al descampado donde se erguían los predios que los jóvenes platenses usaban para jugar al fútbol y que luego se transformarían en el Regimiento 7 de Infantería y, a fines del siglo XX, en la Plaza Malvinas Argentinas.
Allí, el 5 de noviembre de 1905, quedaría patentada para siempre la primera vez de Estudiantes jugando en su ciudad. El match se programó contra los porteños de Wanderers Nacional, que llegaron a La Plata con varios “refuerzos” de la división juniors del Club Atlético San Isidro. Fue una tarde soleada, dominada por el fuerte viento que, además, se incrementaba en ese sector “rural” de la ciudad hacia 1905. Eso favoreció al team albirrojo, que dominó en un lujurioso segundo tiempo y marcó la diferencia final: 2-0, con goles de H. Tolosa y Raúl Susini, un apellido familiar en la grey albirroja, ligado a los precursores de la radiofonía argentina en esas primeras décadas del siglo XX.
Las crónicas son difusas y plausibles de errores, ya que ninguna de las narrativas gráficas en prensa coinciden en esos once nombres fundacionales. Citan incluso como delantero al futbolista Tolosa (otro de pasado tripero) sin aclarar a cuál de los dos reconocidos hermanos se refería: Honorio u Horacio.
Arriesguemos, aquellos que jugaron por primera vez en La Plata representando a Estudiantes contra Wanderers Nacional y quedaron en la historia, serían: Alejandro Fernández, el goalkeeper; Emilio Cortelezzi y Julio F. Lavié, los backs; Raúl Susini, Raúl Salas y Julio Sánchez Viamonte, los halfs; Antonio Ferreiroa, J. Sala, H. Tolosa, E. Martínez y Jorge Luis Hirschi, los forwards. Y un pibe destacado sobre el resto, a días de cumplir sus 16 años, en la canónica crónica del diario El Día publicada el 6 de noviembre de 1905: “… entre los forwards sobresalió Hirks (sic) por sus buenos centros”.
Hirschi, Jorge Luis, el hombre del estadio: a 120 años de aquella tarde, comenzaba la leyenda…

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 0221.com.ar.