martes, 25 de agosto de 2015

Barbarie

Musotto era una de las tantas figuritas difíciles que venían a La Plata; una más de las tantas que pasan entre viernes y sábados por acá. Lo que nos inquietaba era que venía a tocar ahí nomás, a la vuelta del CCC, a presentar un disco que encima gastaba todas las listas rotativas del Zara de la radio: "Civilización & Barbarie". Lo teniamos ahí, a 200 metros. Y éramos varios con entrada para esa noche del Teatro.
Una troupe de rebebedores de la barra del centro se dispuso, entonces, apenas pasadas las 12, a seguir las reglas del plan diagramado durante toda la semana, como ese pescador que encuentra la vuelta exacta de la lombriz para que su víctima no pueda resistirse: debían juntarse con los que ya estaban adentro, encarar a Musotto en la puerta y tratar de confirmar lo que al principio era un rumor: que terminaba el recital y el "brasuca" (ese argentino que era el mejor de los parches en la tierra de los Messi de la percusión) se caía al patio del CCC. Sí, ahí mismo, engalanado por las siempre vigentes empanadas todoterreno de Losada. La radio tenía apenas un par de años y la foto con él en la barra de manto negro garpaba el resto.
"Sí, claro", debe haber dicho; algo así (detalles que no hacen al resto). Lo concreto es que fue y no hubo que ni insistir, como si los planes de ambos (la troupe del CCC y el músico) estuvieran pactados de antemano. Le hizo una seña a los productores -una seña que amagaba que esa noche iba a haber algo más que cuelgue- y nunca caminamos tan rápido las tres cuadras que iban del Teatro a 42 entre 6 y 7.
Nunca hubo foto, eso sí; y si hubo, estará en alguna de las poquitas cámaras digitales que asomaban el cuero en ese 2007; o en algún cajón de revelados de los que Nori y Seba manejaban en Kinecolor. Ni idea. Pero mejor sin fotos, creo ahora, ocho años después. Musotto morfó, no renegó de las Palermo, que iban y venían de la cocina del Ratón al patio con velas, y se llevó algo más que un saludo: hay alguien de RES que todavía esconde un beso del tipo como esa foto que nunca revelamos.

viernes, 14 de agosto de 2015

Vos, siempre tuyo


Me hubiese gustado que las cosas fuesen de otro modo.
Pero nunca dudé en esperar el día en que cada mail que usted me mandara, ocupara el inocuo lugar "no deseado" del correo.
Así debían ser las cosas; así fueron. Nada peor que finguir, o seguir esperando, desear algo que no se desea.
Le diré que el dolor mayor no es haberme enterado, tantos años después, para mi, los gestos de aquel mail que la cuenta indicaba que no deseaba recibir, sino haberlo leído en esa breve colección de poemas que su amistad con algunos hombres le "honraron" publicar.
Y no es resentimiento. Nada explica mejor mi impostura hacia usted que el deseo de no seguir leyéndolo en cualquiera de sus formas: en la hibridez de sus impresiones o en las voces del día a día.
Quizás opté por sincerarme y el proceso decantó en hacerse público en Twitter, ahora que lo privado (lo de usted, lo mío) es más público que ficción al fin; lo que le sacó misterio a lo que sospechaba: nunca hubo esas "otras"; tan sólo en su cobardía, para intentar explicar ese viaje del que nunca iba a tener noticias antes de suceder; el que lo alejaría de mi y me acercaría a mis "otros" verdaderos, a los que nunca dejé de recurrir para apagar tanto fuego.
No te cuides. Nunca hizo falta.
Vos, siempre tuyo.

Sophie.