jueves, 22 de julio de 2010

"Los ideales de progreso humano están más en pie que nunca"


Lo dice Rocambole, el realizador de las tapas de Los Redondos. Y concede: “Al concretarse las presiones a las que nos condenó el sistema capitalista, la resistencia a ese tipo de presiones o de formas que intentan hacernos caminar por una fila, son, cada vez, más actuales...”

“¿Está bien este lugar?”, pregunta Rocambole, no sin extraña timidez, después de hacer la introducción en las clases que tiene a cargo en la Facultad de Bellas Artes de La Plata, y señala los escalones de mármol de la entrada al Auditorio. Rocambole, que ya se acomodó en el borde de la escalera, es Ricardo Cohen, el diseñador de las imágenes que ilustraban cada concepto musical de Los Redonditos de Ricota. Y es, además de docente, dibujante y ¿artista?... “En realidad, yo a la palabra artista la tomo con pinzas. Hay muchas definiciones de la palabra arte y, tal vez, algunas entre sí hasta no concuerdan. Encuentro mucho más claro hablar de realizadores. Para mí, un pintor, un dibujante, un escenógrafo o un escultor son, básicamente, realizadores. El hecho de la connotación arte es de una interpretación muy diversa: en el Renacimiento, los artistas eran artesanos; en la época de los griegos, esclavos. No creo en el mito del artista como alguien excepcional; como un individuo que debe ser un poco loco o un poco bohemio, que se inspira y le sale una obra maestra. Considero que las obras bien hechas son producto de un estudio y un trabajo bien hecho”.

Rocambole cree que un artista debería definirse como tal cuando crea nuevos parámetros para comunicarse: “Es alguien que patea un tablero y crea un nuevo lenguaje; no aquel que se sigue expresando como un intérprete a través del lenguaje que ya existe. Es diferente ser un intérprete a ser un creador”.

¿Cuáles son los artistas, hoy?
Ocurre que no es que los artistas sean una clase especial de personas, sino que, plagiando a un filósofo hindú, cada persona es una clase especial de artistas. Pienso que a todas las personas, por el hecho de ser humanos, nos gusta expresarnos y comunicarnos.

¿Cómo influye, en la supuesta pureza de la obra artística, la posibilidad de utilizar los nuevos medios que brindan los avances tecnológicos?
... Pero en toda la historia del arte se ha visto cómo ha evolucionado la realización de las imágenes a través de la evolución de los materiales. No pienso que sea relevante el hecho de utilizar determinado material para que no sea una obra considerada: eso va a depender de otros elementos; no del tipo de material o de soporte. Lo que pasa es que hay personas que, por ortodoxos, prefieren mantener una cierta técnica, y es una decisión respetable.

¿Y tu experiencia, al trabajar los conceptos artísticos de los últimos discos de Los Redondos con otro tipo de materiales?
El hecho de que los primeros discos fueran artesanales, dependía mucho del tipo de producción que existía en ese momento. Que ahora las tapas o los envases lleguen a ser complejos, o se utilice más la industria para ello, es por la lógica evolución del grupo, que ha podido implementar una mayor producción en cada uno de sus trabajos. En principio, las dos primeras tapas de Los Redondos (N de R: Gulp!, en 1984; Oktubre, en 1986) las hicimos nosotros mismos con las manos...

¿Con las manos?
Sí, impresas en serigrafía; apelando a pocos colores, bien sencillo...

Así como Oktubre se transformó, desde lo musical y lo conceptual, en El (así, con mayúsculas) disco de Los Redondos, es, a su vez, según Rocambole, la pieza de diseño más lograda: “Porque, como concepto, el diseñador siempre piensa en hacer lo más con lo menos. Y eso fue lo que ocurrió al diseñar esa tapa: limitación en la producción, condiciones precarias de realización...”

Cuando Cohen empezó a firmar sus realizaciones como Rocambole (seudónimo que le debe al personaje principal de Las aventuras de Rocambole, un folletín francés del siglo XIX que leía cuando era chico, "porque mi viejo tenía los cuarenta tomos de la obra”) lo hizo para separar lo que consideraba era arte serio de arte popular: “En principio pensaba eso. Yo veía que los dibujantes firmaban las historietas con seudónimos, y que en las obras del circuito de galería, en cambio, los realizadores figuraban con su propio nombre. Pero, después, Rocambole lo empecé a usar para todo: como marca, en una pequeña estampería que tenía, y también para firmar las ilustraciones y las historietas”.

¿En qué se diferencian el supuesto arte serio del arte popular?
Y... (piensa, y se distrae mirando a los alumnos que se pierden frente a la puerta) hay un circuito artístico que tiene que ver con las galerías, los museos, las universidades: pareciera que el arte, mientras más intelectual, mejor es; y otro circuito, donde se mueven la música popular, la literatura popular... Está claro que hay una separación bastante marcada. De hecho, casi nunca exponen en los mismos lugares, artistas de índole popular y los llamados artistas serios. Además, el arte popular sólo llega a los grandes escenarios cuando se consagra.

¿Qué tipo de arte le interesa?
El que puede ser gozado por todo tipo de público. Me interesa la obra que puede ser reproducida y ser propiedad de las masas. El arte de la obra única, la que compra alguien como representación de su poder económico, no es lo que me importa.

De aquellos polvos, futuros lodos
El origen de “todo” es... La Cofradía de la Flor Solar, aquella comunidad platense que albergó a numerosos artistas, músicos y artesanos que renegaban de lo más convencionalde la vida. El origen de todo es... la Escuela de Bellas Artes de La Plata, lugar donde Rocambole ingresó en 1965, tras cuatro años de dudas en la carrera de Psicología (“No era lo que esperaba, por eso largué todo...”); después, el golpe de Onganía, la intervención en la Universidad y el éxodo obligado de los profesores mejor formados: “Nos fuimos de Bellas Artes con el proyecto de hacer una escuela paralela a la intervenida Escuela Superior, con todos los profesores que habían echado. Hasta formanos un comedor universitario... Ese fue el origen de la Cofradía”, cuenta.

¿Qué lugar queda hoy para repetir experiencias estéticas y conceptuales como las de la Cofradía?
Creo que la historia va y viene... Siempre hay brechas donde se mueven las culturas alternativas, y yo confío mucho en ese tipo de movidas: aquellas que se mueven en los suburbios de las ciudades o del arte oficial. Pero va a depender mucho de la aparición de talentos...

¿No cree que los músicos orientaban su mirada hacia otros objetivos?
Los ideales del progreso humano siempre están en pie. Y en una época como la actual, están más en pie que nunca. Me parece que la historia, un poco, nos ha dado la razón. Creo que las primeras movidas, en las cuales estuve cuando era más joven, como las de la Cofradía, fueron más bien una advertencia por el tipo de torción que iba a sufrir el espíritu humano en unos pocos años. Entonces, al concretarse ese tipo de presión al que nos condenó el sistema capitalista, hoy, más que nunca, la aparición de resistencia a ese tipo de presiones o de formas que intentan hacernos caminar por una fila, son más actuales...

Los alumnos lo esperan. Pero antes de seguir dando clases, y al preguntarle por los últimos discos de Los Redondos (Ultimo bondi a Finisterre, de 1998, y Momo Sampler, de 2000), Rocambole no duda en afirmar que pudo concretar parte de sus objetivos: “El uso de abundante tecnológica permitía soñar más. Había muchas cosas que, antes de los discos, siempre habían estado presente en cuanto a soñar otras cuestiones. Los últimos discos de Los Redondos, por el tipo de material que pudo utilizarse, no fueron más que la realización de viejos sueños postergados...”


* Una entrevista con lo último del espíritu adolescente que le hice (fines de 2004, principios de 2005) para un programa de radio platense y que después garabatié para Mundo Redondo.