sábado, 16 de diciembre de 2006

El sueño de todos: ¡Campeón!


Bilardo lo volvió a reconocer después de más de siete años, una tarde en el Country, en uno de los tantos entrenamientos que llevarían a Estudiantes a lograr la estrella del '82. El tipo, algo cambiado, con varios kilos encima producto de festejos, casamiento, trabajo y vida doméstica, tenía que hacer una producción fotográfica para El Día.
- "Necesito a todos los jugadores sentados en el travesaño", le sugirió al entrenador con algo de vergüenza. Sabía que el equipo de Bilardo era puntero del campeonato y hasta ahí venía con el arco invicto.
- "No, no, no... 'tas en pedo".
El técnico no ocultó su habitual nerviosismo, que profundizaba ahora por el sinsentido escuchado.
- "Mirá si el domingo nos cagan".
Ante la insistencia la producción finalmente se hizo. El costo del convencimiento fue no romper la nueva costumbre, aunque ninguna cábala mal aplicada, desobediente, podría romper la campaña de los Ponce, los Sabella y los Trobbiani.
Unos días después, Bilardo se enteró de la buena nueva, tras un agónico triunfo ante Argentinos.
- "¿Es verdad que lo jodiste al Gordo el domingo y le tocaste la panza?".
No eran aún épocas de desbordes y pasiones mediáticas. El Country mostraba su habitual tranquilidad. El "5" dejó de correr, se secó la cara y se acercó al técnico.
- "Sí, hace mucho que lo hacemos".
- "Entonces lo quiero acá todos los jueves. De acá hasta el partido con Talleres. Pero que no falte. Y no seas pelotudo de olvidarte". Bilardo no dejaba pasar ninguna.
El Gordo, claro, declarado Pincha como era, habitué de la ochava de 115 en los '60 y los '70, no dudó: todo sea por el campeonato y por Estudiantes.
Con el tiempo la rutina daría los resultados esperados. Y tal vez el Narigón todavía crea que el título fue el producto exacto de la comunión entre la mano derecha del capitán de su equipo y la naciente panza de un reconocido fotógrafo del diario El Día.
Russo volvería a La Plata ya como técnico de Lanús para repetir la suerte del bicampeonato de comienzos de los '80; y, lo más importante, le daría continuidad a la rutina con el fotógrafo para subir a Primera en el '95.
Perplejo quedé el miércoles, esperando a la gente de Estudiantes en la entrada local de Juan B. Justo, con la Topper del '83 entre la piel y un largo pullover, intuyendo que el sueño era posible, que las fotos amarillas del Gráfico y los videos con pocas ganas de rebobinarse podían volver a tener presente, cuando un apurado ayudante del cuerpo técnico de Vélez salió de la sala de prensa encarando a los gritos a mi viejo.
- "Gordo, apurate que Miguelito te espera en la confitería. Ta' hace más de una hora. Dale que somos campeones".
El, ansioso, se metió entre todos, se fue sacando los botones de la ajustada camisa y esperó el encuentro con la mano de Russo para volver a gritar como manda la historia: "Estudiantes campeón".

Año 1, día 63, 14.54, d.7.0

PD: Sobre el tema, dos recomendaciones: Lágrimas y Estudiantes, entre los mitos y la modernización.


martes, 5 de diciembre de 2006

Diario de cómo cuestionar la tierra I


I.
No lo había pensado hasta que vi lo que subió Emebé. Nada más simbólico, se me ocurre, para describir la desaparición de López que la foto que pide por su aparición.
Es que a partir de eso queda claro, de movida, porqué López no está; las razones de su no-aparición. Ese click de la cámara es el momento en el que la imagen empieza a decir más que cualquier palabra.
No está porque habló; porque con su voz "borró un pedacito de impunidad", transfigurando su paciente esperanza cuando supo, derogación de las leyes de impunidad mediante, el inicio del proceso contra Etchecolatz.
Si las fotos que piden por los desaparecidos que se
chupó la dictadura muestra hombres y mujeres en blanco y negro, paradójicamente inmovilizados, a López la imagen lo muestra en acción; haciendo política; interpelando; condenando la impunidad y el genocidio. El precio que la Reacción aún quiere imponer por pedir justicia: la vida.

II.
Situación de sábado a la tarde en cualquier Musimundo. Me meto con ganas por el aire acondicionado. Apenas paso la línea de sentencia, al lado de los I-pod, un tipo algo gordo, moreno y con camisa blanca me sugiere ver el bolso a la salida o que lo guarde en alguna de las cajas coloradas.
A la izquierda hay una especie de ropero con más de veinte puertas, divididas en cuatro o cinco columnas. Para esconderlo tengo que poner una moneda de un peso. Como no tengo me acerco a una piba de no más de 20 años; está leyendo una revista que tiene una actriz en bolas en la tapa. Me ignora. Cuando me mira le digo que no me dejan entrar; que me falta cambio.
La chica, como dándome a entender lo pelotudo del reclamo, me dice que no puede hacer nada; que trate de conseguirlo porque sino no paso.
Vuelvo hacia el tipo y le insisto que la cajera no quiere darme monedas.
"Qué querés que haga", repite. Si no pongo un peso en la caja colorada no entro.
Lo único que me animo a decirle es que "quiero comprar un par de pelotudeces". Un ingenuo, pero el tipo insiste.
"Señor le dije que no se puede".
A esa altura la mina de la caja tiene la rutina por la página 20; y el de blanco le está repitiendo la sugerencia a una parejita de pibes con flequillo y musculosa.
Algo de cierto debe haber en eso de ser presunto chorro hasta que se demuestre lo contrario; hasta que salgas y el sultán del local diga que no hay delito; o hasta meter la monedita y evitar ser un libertario abierto a la sospecha caminando entre las góndolas.

III.
¿Por qué muchos periodistas, y más aún los "deportivos", dicen no saber de Matemática?
Situación I: un
loser en una cancha le pregunta a otro algo así como un 2 + 2 de la primaria; onda "si no gana Boca y pierde el Milan, cuántos goles tiene que hacer el Torino para ser campeón..."
"Ah, no, yo de números..." se niega. Y ni que hablar cuando le piden el insensato cálculo de un regla de tres simple; como indica el término, porque justamente es eso: simple.
Qué será lo que cuesta calcular es todo un enigma. Ojalá por ellos no piensen igual cuando retiran el sueldo; si no que avisen; ahí estaré.

IV.
Para los que no conocen el Abasto de Capital, ese al que le cantaba Luca cuando todavía desparramaban tomates podridos, sepan que Cromañón y demás antros ahora demonizados pueden ser lo más parecido a una abstracción caprichosa. Los invito a que lo conozcan y quien pueda salir de ese panóptico que lo haga saber. Todo un refugio para la inventiva marketinera del perpetuo business.


martes, 28 de noviembre de 2006

Algunos caprichos acerca del goce y el placer

Dice Pablo Schanton, el mismo que reza por un rock + iconoclasta, citando a un crítico británico en la última "Mano": "Hay dos impulsos en el rock de hoy: uno, hacer sistemas; el otro, disolverlos. Uno es reforzar el ego y su dominio sobre el mundo; el otro es disipar el 'yo', borroneando las fronteras entre uno y el mundo".
Según explica, por un lado, el didactismo apretado del agit-pop, con el triunfo de la retórica sobre la forma y el contenido; la tiránica amplificación del "yo"; por el otro, aquellos que sospechan de las palabras, renuentes a pronunciarlas bien, ansiosos por ser hechizados y sucumbir a los sentimientos de dejarse llevar. Dos universos diferentes: el egocéntrico de definiciones rígidas; y el mundo de la ambigüedad, los matices y las contradicciones.
Al hablar del lugar del rock como cultura y como modelo para el crítico especializado, Schanton rescata la atmósfera de la "teoría académica" como influencia a la hora de "razonar" sobre la música, pensando al rock desde las dos veredas planteadas, por poco ambiguo que suene: la racionalidad egocéntrica, de un lado; y la embriaguez que disuelve el "yo" del otro.
En términos de Barthes, el primero, como aquel texto que produce placer, en tanto el artista sólo juega el rol de ratificar la cultura, el lenguaje y el ego; el segundo, como el texto del goce, aquel en el que el individuo busca desestabilizar la linealidad del enunciado y se inscribe en la realidad estéticamente, dando muerte al sentido para amplificarlo en infinidad de posibilidades y para reapropiarse de una vida que se resiste a ser representada, tan sólo por el deseo y la necesidad de actuar e intervenir.
Que no es otra cosa que la voluntad artística de criticar, perfilando la acción más que como un medio para... como un fin en sí mismo. La misma diferencia, en palabras de Esteban Rodríguez, entre el estilo y la estética, como la disyunción imperecedera entre la "repetición" del placer y el goce de la "irrupción"; que es esa incompatibilidad entre la experiencia de la intervención y la obra de arte, que representa y se vuelve descriptiva de lo que decidió afirmar, saber y sentir de memoria.
Bajándolo al llano y siguiendo a Rodríguez, en primer lugar, desde la dinámica del llamado "rock chabón", que se sumerge en el placer de lo "previsible y oportunista", congraciándose con esa hinchada que reclama la literalidad de su líder, sin querer saber que lo importante nunca se cuenta porque la historia está en lo sobreentendido y la ambigüedad, con esa tendencia a los lugares comunes propia de la cultura televisiva; en segundo, desde el goce artístico de la contradicción, de la ambigüedad y la infinidad de sentidos que el "pop elegante" le inscribió al rock argentino, desde Los Redondos, pasando por Virus, hasta afluir en bandas como los Babasónicos.
A lo que se aspira, ni más ni menos, es a lograr inscribirse críticamente en la realidad, alejándose de la banalidad que otorga la "idolatría letrada" que conlleva la amistad con la "opresión idelógica de los músicos", para pensar por uno mismo en tanto escape de una vida que se resiste a ser representada desde afuera, huyendo de la visión hegemónica de lo espectacular.
Como en la historia, como en el rock mismo, las categorías académicas, lejos de invalidarse unas a otras, se complementan: por eso el "hoy" del que nos habla Schanton para citar al crítico británico data... de 1988; porque siempre es hoy, y porque, después de todo, como dice García acerca de Charly, del rock y de sí mismo: "Todos los rockeros dicen que dejaron y no toman más. Bien. Yo más bien digo que recién empiezo".


Ver:
Estética Cruda (2003) y Contra el rock chabón (2005), de Esteban Rodríguez; y revista La Mano de noviembre.

lunes, 16 de octubre de 2006

El fin de la historia


El recuerdo de un tal Fukuyama era para el Tero la mirada de un fachero profesor de Historia durante el segundo cuatrimestre de 2001, cuando todavía decoraba los bancos de la Facultad de 44. Pero todo eso apenas si es un efímero anticuerpo en una tarde contaminada de antemano.
El Tero siente un gran vacío. Los soles se suceden, impiadosos, uno tras otro; oscurecen el pequeño espacio que le queda sin llenar. Lo mira al Rafa y con un guiño de cejas le sugiere un "¿qué onda?". Igual no escucha nada; apenas una soledad que respira pensando en los amigos que tiene enfrente, en el Lito, el Lucho y el Pato. ¿Minoría pálida? ¿Será cierto eso que dicen que la impotencia es una condición de mi alma? Le pide explicaciones por séptima vez: "Decime algo, loco".
El Rafa lo mira y ya no camina; se pierde entre las sombras; le escapa a ese infierno que se homologa con el grito de los Otros; y se acuerda de Juan José. Con él no se hablan desde que la pegó y largó la verdulería. Para todos ellos el sol ya no sale. El nuevo año nace con indiferencia y agonía. Los Tero, los Rafa, hoy en La Plata ya no escuchan nada. Es el fin de la historia.

Año 1, día 2, 16:07, d.7.0

martes, 3 de octubre de 2006

¿Marihuana es rock?

Symns lanzó otro tsunami de mierda a la cuestión que también fuera planteada por un amigo y conspicuo misionero: "Legalización de las drogas, entre la hipocresía...".
Hago mi aporte y lo tiro como una sensación más sobre los criterios políticamente correctos de la dulce planta verde, pensando si adherir al plan de legalización de la Gran Patria del Norte que nos impone visiones "progres" de burguesitos como el Ale Rozitchner; de esos que ya se animan a interrogar a conservadores tipo Grondona sobre la rebeldía intelectual de fumarse un porrito en la cara del
prime time dominguero...
¿Cuál es tu rock?

Por Enrique Symns *
Comparada con el resto de las plantas mágicas, la marihuana es una gripe. Su veneno no es demasiado tóxico, y por lo tanto sólo afecta en condición de remedio piadoso. Existe otro problema con la marihuana; se ha convertido en una droga de diseño. Ya no son esas plantas salvajes que contienen la ponzoña de una serpiente de cascabel creciendo en los morros de Bahía, en Brasil; o la sísmica yerba paraguaya. La marihuana comenzó a plantarse en cualquier sitio y por cualquier idiota estudiante de botánica. En las mecetas de un departamento en San Isidro, en un jardincito de La Plata, en los fondos de la casa de la tía Adela. Estas marihuanas, efectivas pero domesticadas, han perdido la furiosa embestida con que las dotaba la tierra primitiva y la mano inequívoca del traficante (...) Actualmente nadie consume marihuana; fuman fotocopias. La cannabis sativa dejó de ser el maravilloso escalón que te transportaba inmediatamente hacia plantas más poderosas; se fue transformando a lo largo de los años en el mantel coqueto en el que psicólogos y rastafaris, amas de casa y toda clase de gente adaptada sirve su porción de misterio para luego contar con orgullo: "Nos fumamos un porrito" (...) El mejor argumento para defenestrarla lo ha aportado la casta médica de cierto estado del gran país del Norte: ¡muchos médicos recomiendan la marihuana como remedio para casi todos los males! Se trata del suicidio de una planta mágica. El té de los chinos es una clara demostración: de aquella poderosa fiera alucinógena ha quedado ese gatito ensobrado que tomamos cuando nos duele la pancita.

* Symns, Enrique: El señor de los venenos. Buenos Aires, El Cuenco del Plata, 2005, p.47.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Argentinos o la imbecilidad al palo

Definirse como argies, cuando como nación apenas somos el compromiso de un par de ilustrados que vieron en la tierra de la plata el excedente que profundizaría la acumulación, apenas les sirve para erosionar la pretensión egocéntrica de separarse de eso otro de lo que tanto reniegan: Latinoamérica.
M
e detengo en tres o cuatro ideas para comprobar el rumbo de otro nuevo producto: el Argentinos de un ex CQC que parece CQC: ¿de carne somos?; ¿somos como somos?... Producto de esa tele en la que parece que nada se produce, como espacio que sólo tiene la pretensión de ser más de lo mismo; donde la vida se encara desde la inmediatez y el compromiso comercial de lo efímero; cáscaras que apenas son paquetes publicitarios vendidos de antemano haciendo honor al archivo y la "memoria", repitiendo por enésima vez lo que ya dijeron otros, evitando siempre que el ratón se muerda la cola... bla, bla, bla, bla...
¡¿Qué somos?!...
Argies: hibridez de lo eternamente indefinido y la eterna promesa, o la exaltación obscena de una generalización estereotipada que hace del exitoso al argie que levanta valijas en España: ese pequeño emprendedor "con buenas ideas"; los ladris coimeros que van al Mundial; los vivos que hacen la revolución cagando a un eslavo mientras le habla a la cámara y no entiende una mierda de su castellano absurdo; o la prensa idiota que se pisa la cabeza buscando la eterna primicia en cada vestuario o quilombo callejero. La coronación de una identidad que se miente a partir de un minimalismo barato, "exitoso" y egocéntrico, cuando fueron paridos por la misma muerte que escupió del Río Bravo pa' bajo.
¡Looser, Papá, son todo' nabo, eso'...! ¿Son como son?... Y la tele del
prime time queriéndonos hacer creer que son lo que son, porque, argies, somo' como somo'... Pero que loco padre, ¿no?, que así y todo me fascine tu parrilla.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Jugando en la ambigüedad


Surfeo contra la mesa
Mi mano miente
mi boca huele
me arriesgo en la ambigüedad

Yo no soy vos
mi rol no se alquila por vos
si sólo hay lugar para vos
en la soledad de mi mano

Me libero
provocado por su excitación
provocándote a vos
jugando con la libertad

miércoles, 15 de marzo de 2006

Siete y cincuenta


Sudor de lesbianas
en cesped apenas frío
apenas despierto

Juego de bocas ácidas
que miran
mano inquieta del perpetuo guardián

Y una distracción inoportuna

por la ausencia de miradas
sobre la eterna agonía
del Pasaje del violín mágico