sábado, 27 de octubre de 2018

Don Mario, posta de camioneros


De la nada, como tantos otros que se le animaron al chulengo y poco más. Así empezó Mario en el imaginario cruce de la 256, en Etcheverry, con la ruta 215.
Lo primero fue dejar el restorán que está a unos metros, camino a Brandsen, para independizarse y armar el proyecto sobre un terreno propio. Empezó con una base de material, lonas naranjas -para refractar el sol y reemplazar paredes- y una extensa parrilla abierta al cielo, a la vista de todos; y poco más: mesas de pino, tablas, vasos y sillas, una de cada barrio y color...


Aunque el cartel ahora la haga más visible desde la propia banquina, la mejor e ineludible referencia son los camiones (los de larga y de reparto) y colectivos que ensayan una parada de recambio y, en segundos, se llevan el XL de chorizo, vacío o bondiola, siempre adornado por algunas de las dos salsas que son la marca de la cocina de este misionero de origen en el transporte y el camión: la criolla de cebolla y tomate o la fuerte de ajo y verdeo.
La clave suena sencilla: todo a la parrilla, con cortes económicos y al pasar, para el ocasional laburante de tranco acelerado o la familia sin pretenciones exóticas pero con apetito. Las porciones de vacío, asado, pechito de cerdo o matambre a la pizza (la especialidad), siempre abundantes, suelen ir bien, para dos, con alguna ensalada o guarnición de papas. Para los disidentes” que van con las minutas, también espera alguna pasta o guiso ocasional (mondongo o lentejas) en temporada invernal.


La carta es el mayor enigma. Pero no hay misterios. Así se estila en los asadores ruteros. Una entrada con chorizo, morcilla y chinchulines, con porción y media de parrilla, guarnición de fritas o mixta, más un vino, para dos, no superará los $250 por persona.
Abierto mediodía y noche, Mario da indicios del secreto: Atender al público como en la casa; que se sientan cómodos; el asado... que no es la tirita finita: acá es grande y con hueso; del sabroso.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en Tuco.