jueves, 25 de agosto de 2011

El gato del poder


La frase le pertenece ahora a Luis Ventura, periodista de espectáculos (sic), ex técnico, devenido comentarista deportivo de fútbol y actual punta de lanza contra Graciela Alfano, quien trajo a la memoria dispersa del argentino promedio su lugarteniente como amante de uno de los jerarcas de la última dictadura: Emilio Eduardo Massera.
La sospecha, que ya no es tal, trascendió en uno de los tantos documentos desclasificados del Servicio de Inteligencia chileno. Por sus canjes (?), Alfano recibía "costosos regalos": joyas, tapados, autos y hasta inmuebles, que se investigará si pertenecían a militantes políticos desaparecidos. Y más que eso: se aseguró un lugar en el devaluado cine nacional de la época: de las 18 películas que la tuvieron como protagonista, 15 fueron filmadas entre 1977 y 1982. Junto a otras modelos y mujeres del ambiente, formó una morbosa División Alegría de complicidad para los ratos libres de los milicos entre secuestros, picanas y torturas.


La historia tuvo su lugarcito en la ficción. Cristian Bernard y Flavio Nardini escupieron en 76-89-03 la parodia de tres adolescentes obsesionados con la vedette Wanda Manera, canon del modelaje en los años de la dictadura. En el transcurrir de la rutina, los jóvenes encuentran en el baúl de un auto la cantidad de dinero suficiente con la que, creen, podrán comprar el anhelo primario de conocer puertas adentro al gato del poder.