lunes, 26 de marzo de 2018

Cebollatí


Nunca viene de más hacer praxis por fuera de la patria tuitera y su erotizante (sic) razón de teclado correspondido.
Detrás de este río, uno de los más largos del Uruguay, hay un pueblo que mayormente vive del cultivo del arroz y de alguna changa de privilegiado en el empleo público.
Entré a un bar, en Cebollatí. Pedí lo de siempre a esa hora de la noche para un lugar con pocas chances: una medida de algo. Ligera. Para seguir. Le pregunté al barman (barba canosa de dos días, mate en mano, termo al codo) por las luces (de colores) y el sonido de la música. Fuerte. Indescifrable. Al lado del pool se movía en minifalda una chica. Muy chica.
- Oiga: ¿por qué tan alta la fonola?
- Usted sabrá... es un bar de mujeres.
La que bailaba y esperaba, ya sin la campera puesta, era de la familia.
De sangre.