lunes, 14 de marzo de 2016

Los Republicanos


No es "La Nación" o "Clarín" a secas, como entelequias inmateriales que no perciben de objetivos ni fundamentos. Son cuerpos pensantes que escriben y acompañan sus subjetividades, por acción u omisión... Periodistas y mi̶l̶i̶t̶a̶n̶t̶e̶s̶ voluntarios independientes (sic), lobbystas permeables a las emociones de diciembre por el "regreso de la democracia y la república" y "el fin de un ciclo nefasto"; la hegemonía en la conformación del discurso público mediático que se prueba el antifaz del "periodismo independiente". Jamás habrá opinión y fundamento militante en la bajada de línea ("como lo demuestra el sinceramiento tarifario en la electricidad y las próximas subas que se esperan en gas"). Y aunque se muestren de perfil en Twitter con vocación de "republicano-demócrata, nunca populista", contarán siempre con el beneficio del voluntariado libre desapegado de toda ideología. Voluntarios. Nunca militantes.

viernes, 11 de marzo de 2016

Profesores y pioneros


Mientras Zozaya se convertía en el máximo goleador del primer torneo del profesionalismo, aquel equipo sumaría otro hito apenas un año después de aquella marca única: disputar la primera final por un título oficial en la era rentada.

Tiempo de balances y reconstrucciones históricas, a partir de que la AFA reconociera la validez del torneo del ’36 ganado por San Lorenzo y lo oficializara (el primero del profesionalismo que otorgó dos campeones por temporada, como los Apertura y Clausura de esta era); y de que sumara a su página web los resúmenes de los boletines oficiales con los torneos no regulares organizados en distintos períodos, las copas nacionales del fútbol argentino fueron revisitadas por medios e hinchas y tomaron una trascendencia sin precedentes según los logros o clubes que cuenten la historia.
Así, entonces, equipos que históricamente sumaban a su escudo esos “logros menores” en forma de estrella, vieron la posibilidad de “reoficializar” viejas copas y conquistas olvidadas, pero no por ello (y ahí la importancia de quien cuente la historia) menos trascendentes para la época. Ejemplos, casos: nadie le quitará a los tucumanos de San Martín el orgullo de ser uno de los pocos equipos nacionales de tierra adentro en tener un capítulo que exhibe la conquista de la Copa República en los años ’40 (la misma que levantó Estudiantes en diciembre de 1946 contra Boca); a Central Córdoba de Rosario, ganador de la Beccar Varela de los ’30; o, más acá en la historia reciente, Arsenal de Sarandí, ganador de la nueva versión de la Copa Argentina y la novata Supercopa…
La Copa de Competencia que lo tuvo a Estudiantes finalista de la edición del ‘32, se disputó oficialmente en distintas épocas y con formatos discontinuados, ya desde los primeros años del amateurismo; en la era profesional y durante varias temporadas, con equipos jugando llaves a eliminación directa, como en las tradicionales Copas de Liga del continente europeo o los llamados “Concursos por Eliminación” que la AFA celebró desde principios del siglo XX: todos los equipos de Primera División de la temporada en curso, participaban, a la par del campeonato oficial o tras el cierre de la temporada, de un certamen a eliminación directa o con partido y revancha que consagraba un campeón de copa nacional anual.
Los Profesores, aquel de los cinco de memoria (Lauri, Zozaya, Scopelli, Ferreira, Guaita… los cinco, titulares en la final de la Copa que le daría al River de Bernabé Ferreyra y Peucelle la doble corona de 1932) que ya exhibían el tercer puesto del torneo del ’28 y el subcampeonato del ‘30, con la plenitud en alta todavía en 1931 con el mano a mano contra Boca y con chances de coronar luego de golearlo en 57 y 1 a dos fechas del final, también sumarían al palmarés ser el equipo del Club que jugó la primera final oficial del profesionalismo. Ya había sucedido en el ’17, cuando Estudiantes llegó a la final de la ya desaparecida Copa de Competencia (denominada “Jockey Club” en aquel tiempo), aunque todavía en la era amateur.
El Pincha de Los Profesores puso proa a la final goleando a Ferro, 5-3, en la primera fase, en el mes de junio. Después eliminó por los cuartos de final a Tigre (3-1 en el Ducó, el 12 de octubre); y en semifinales obtuvo un resonante 3-1 frente al duro San Lorenzo, en el estadio de Racing, triunfo que lo puso en la definición frente a River.
El partido definitorio se disputó en el Gasómetro de San Lorenzo, como otro guiño a la portentosa historia que luego tendría, en aquel escenario, las finales victoriosas de las Copas Escobar y República en la década del ’40; y la primera estrella oficial de Primera División del equipo de Zubeldía en la goleada contra Racing del Metropolitano ’67. Dicen que no hay dos sin tres…
La importancia del torneo bien podría medirse por la significativa y amplia cobertura que esta edición de la copa tuvo en matutinos como La Nación o La Prensa, que destacaron con grandes titulares la inédita convocatoria de público a pesar de la incómoda y persistente lluvia de aquel domingo 4 de diciembre de 1932 que cubrió a gran parte de la zona metropolitana y la Capital Federal.
“Nunca se registró la cantidad de espectadores que asistieron ayer al estadio de San Lorenzo de Almagro, con un día que pareció exitosamente empeñado en restarle comodidad a la fiesta. Desde las primeras horas de la mañana empezó a caer sobre la ciudad una lluvia que permutó la violencia por la constancia. A pesar de ella, ya a las 12 había una gran cantidad de aficionados frente a las boleterías de la avenida La Plata, decididos a ubicarse bien. Alrededor de treinta y cinco mil personas demostraron que su afición no había sido derrotada por el aguacero. Treinta y cinco mil personas que, exagerando un poco, eran treinta y cinco mil paraguas. El espectáculo total que ofrecían las amplias gradas parecía sacado de una fotografía inglesa. Era, evidentemente, una de esas tardes con perramus en el que la falta de matices en el color queda evidenciada por todos los impermeables…”
“Campeón sin corona” se insinúa de aquellos equipos que pasan a la historia sin lograr tatuar la estrella alrededor del escudo. Si caprichosamente se pudiera trasladar esta máxima (tan discutible como subjetiva al hablar de “merecimientos” en un juego que se define por marcar un gol más que el rival, por sobre formas y tácticas) al mapeo grande de logros de Estudiantes, podría sintetizarse en aquel lustro victoriano de Los Profesores como equipo que hizo historia y trascendió a nivel nacional, aunque sin coronar en título, en épocas donde el monopolio de los torneos se correspondía siempre, salvo contadas excepciones, con los “cinco grandes”.
Mientras La Prensa reafirmaba en su cronista que “el partido se definió a favor del equipo que más méritos hizo para adjudicarse el partido final”, destacando “el trabajo en defensa, el juego práctico y la eficacia” de los Millonarios contra el “juego impreciso” de Estudiantes (se dijo sobre el Pincha: “Fue el equipo que más atacó en todo el transcurso del partido y el que mayores oportunidades tuvo para señalar tantos, pero esto no quiere decir que haya merecido la victoria…”), La Nación le buscó la razón a “un resultado con cifras poco lógicas”, que tuvo un “score injusto” y “el espectáculo del partido” en los vencidos, destacando a Sirne, el arquero de River, como la figura excluyente del partido…
Aún las pocas luces de Ferreira y Scopelli aquella tarde, las mejores chances de gol y la posesión de la pelota fue patrimonio de Estudiantes; pero los goles que definieron el partido y la eficacia, de River, que sentenció el 3-1 para mandar la Copa de Competencia a las vitrinas del Monumental.

* Publicado en el número de diciembre de Revista Animals!.

El hombre de la foto


Rubén Vergara, un ex presidente de Mariano Moreno de Junín, tiene el extraño “privilegio” de ser la última persona en fotografiarse con Osvaldo Zubeldía antes de su fallecimiento en Medellín.

Lo definió él mismo en el homenaje que la Subcomisión de Museo y la CD le realizaron el mes pasado a Osvaldo Zubeldía en el cementerio de Junín en la previa del partido con Sarmiento: “Tengo el triste y raro privilegio, extraño, de ser la última persona en fotografiarse con Osvaldo”.
Fue diez días antes de su muerte en Medellín, en la casa donde Vergara vivía en Junín, el 7 de enero de 1982. Se conoce, fue escrito: Zubeldía moriría en Colombia de muerte súbita, mientras despuntaba su otra gran pasión: las carreras de caballos. Ese “maestro y gestor de la revolución del fútbol mundial…”, como ilumina la placa colocada en el cementerio, que desde ahora conmemora el recuerdo de quien sembró un antes y después, irrepetible, en la historia grande de Estudiantes.
La foto, enmarcada y firmada por cada una de las personalidades del fútbol que visitaron Junín en las últimas tres décadas (de Carlos Griguol y el periodista Cherquis Bialo, a Bilardo, Raúl Madero o el “Tata” Brown, entre tantos otros), fue obsequiada y donada para que, desde ahora, se exhiba en las instalaciones del Museo en la Sede Social.
“A Osvaldo lo conocí en Junín un año antes de su muerte, en una de las habituales vacaciones cuando regresaba en los recesos mientras entrenada al Atlético Nacional de Medellín”, rememora este médico legista y deportólogo, quien en aquel 1982 contaba con otra inusual paradoja: no sólo ejercía la presidencia de Mariano Moreno, sino que también se desempeñaba como médico del plantel profesional, cargo en el que estuvo hasta 1988; y luego entre 1999 y 2000.
“Me lo presentó un amigo en común, Roberto Fij, un ex director técnico de Sarmiento y de Moreno de la década del ’60. Con Osvaldo compartimos muchísimas tardes hablando de fútbol. Y una de esas tantas tardes que Osvaldo pasó por casa, justo antes de irse a Colombia, él mismo me dijo y me hizo acordar que teníamos muchísimas charlas… pero ningún registro fotográfico juntos”.
- Y se te ocurrió la foto…
- “Tenés que llamar a alguien”, me dijo. Y ahí se me dio por avisarle a Gustavo Arqueta, un fotógrafo profesional de la ciudad, muy amigo mío. Vino enseguida. No lo dudó un instante…. Y sacó esta foto -señala el cuadro sobre la parte inferior, donde dejó constancia de los nombres de quienes lo firmaron- que estamos los dos sentados en el barcito que tenía armado en una de las salas de mi casa…
La tragedia (imprevista y sorpresiva, con un Zubeldía de apenas 54 años y con plena vigencia profesional como director técnico, campeón nacional en Colombia), de alguna forma, como él remarca, abrió lazos que aún perduran.
“Permitió unir afectivamente a ambas instituciones. Diez días después del duelo, y yo ejerciendo el máximo cargo institucional en Mariano Moreno, fundamos la primera escuela de fútbol amateur, para chicos de 6 a 12 años, y le pusimos de nombre Osvaldo Zubeldía…”
Aquel 1982 también fue especial en la historia de Mariano Moreno, temporada en la que jugaría por primera y única vez en la Primera División del fútbol argentino. Se clasificó por la zona bonaerense para el Nacional de ese año y jugó 16 partidos. Dieciséis históricos partidos, con 14 derrotas y sólo dos empates… uno de ellos con Estudiantes en 57 y 1, el Pincha de Bilardo que alcanzaría las semifinales (perdió en el ida y vuelta con Quilmes) de aquel torneo y luego obtendría el Metropolitano en el Chateau de Cordoba.
“En el ’81 ganamos el torneo local y nos clasificamos para el Regional provincial. Ahí empezamos a armar otra estructura y prepararnos en serio. Osvaldo, por ejemplo, nos gestionó el permiso gratuito de José Humberto Romero ante el presidente de Atlético Nacional, Hernán Botero Moreno; con un solo llamado y con una simpleza increíble, desde el teléfono de mi casa: lo llamó, le dio el okey enseguida y autorizó al jugador a pasar de Sarmiento a Moreno”, se sumerge en los recuerdos de los mejores años de su club.
Mariano Moreno estaba frente a una chance histórica de llegar al Nacional y Vergara gestionó la conformación de un  “selectivo” con los mejores jugadores de la Liga Deportiva del Oeste y el aporte económico de varios socios.
“Se incorporaron cinco jugadores de Sarmiento (Hilario Bravi, López, Alberto Córdoba, Di Gilio y José Romero, ex Central y jugador de Nacional con Osvaldo como DT), dos de Jorge Newbery (Lipi, el actual entrenador de Sarmiento, y Pondal), otros tres de Deportivo Italiano y también de Defensores de Belgrano… entre ellos el histórico ‘Pinino’ Más”, sonríe.
- Y los lazos continuaron en ese equipo bisagra…
- Claro. Le ganamos la final a Olimpo de Bahía Blanca, el 20 de diciembre de 1981 en Sarmiento, y salimos campeones con Raúl Azconzábal (padre de Juan Manuel, un colaborador permanente en la vida social de Mariano Moreno) como entrenador”, destaca Vergara, quien invoca a Zubeldía con una última semblanza.
“Siempre decía que hay sólo tres clases de centros -y sonríe cuando recuerda esa anécdota, que le había contestado a Zubeldía por el centro urbano de Córdoba o de Rosario-: el centro atrás, el centro pasado y el centro rasante, cuando el lanzador tira el buscapié y, en algún rebote, el que viene de frente pesca el rebote. Y no existen más: que no te quieran vender otra cosa…”

* Publicado en el número de noviembre de Revista Animals!.