viernes, 11 de noviembre de 2005

El orden del sentimiento


El arte escapa de la política porque el deseo individual no tiene límites. Y como todo artista seduce, la política es ese espacio que necesariamente coopta el deseo de la experiencia artística.
Ocurre que si el deseo es ocio, y la experiencia (im)productiva para los fines que la estructura persigue, el individuo que experimenta necesita desestructurar los límites de lo productivo.
Así, y sin fronteras que lo estructuren, el arte presenta incertidumbres que la misma estructura asume, pero con la certeza de saber su lugar en la improductividad. Pero el artista no distingue productividades; no tiene rigideces: sólo necesita cuestionar.