lunes, 16 de octubre de 2006

El fin de la historia


El recuerdo de un tal Fukuyama era para el Tero la mirada de un fachero profesor de Historia durante el segundo cuatrimestre de 2001, cuando todavía decoraba los bancos de la Facultad de 44. Pero todo eso apenas si es un efímero anticuerpo en una tarde contaminada de antemano.
El Tero siente un gran vacío. Los soles se suceden, impiadosos, uno tras otro; oscurecen el pequeño espacio que le queda sin llenar. Lo mira al Rafa y con un guiño de cejas le sugiere un "¿qué onda?". Igual no escucha nada; apenas una soledad que respira pensando en los amigos que tiene enfrente, en el Lito, el Lucho y el Pato. ¿Minoría pálida? ¿Será cierto eso que dicen que la impotencia es una condición de mi alma? Le pide explicaciones por séptima vez: "Decime algo, loco".
El Rafa lo mira y ya no camina; se pierde entre las sombras; le escapa a ese infierno que se homologa con el grito de los Otros; y se acuerda de Juan José. Con él no se hablan desde que la pegó y largó la verdulería. Para todos ellos el sol ya no sale. El nuevo año nace con indiferencia y agonía. Los Tero, los Rafa, hoy en La Plata ya no escuchan nada. Es el fin de la historia.

Año 1, día 2, 16:07, d.7.0

martes, 3 de octubre de 2006

¿Marihuana es rock?

Symns lanzó otro tsunami de mierda a la cuestión que también fuera planteada por un amigo y conspicuo misionero: "Legalización de las drogas, entre la hipocresía...".
Hago mi aporte y lo tiro como una sensación más sobre los criterios políticamente correctos de la dulce planta verde, pensando si adherir al plan de legalización de la Gran Patria del Norte que nos impone visiones "progres" de burguesitos como el Ale Rozitchner; de esos que ya se animan a interrogar a conservadores tipo Grondona sobre la rebeldía intelectual de fumarse un porrito en la cara del
prime time dominguero...
¿Cuál es tu rock?

Por Enrique Symns *
Comparada con el resto de las plantas mágicas, la marihuana es una gripe. Su veneno no es demasiado tóxico, y por lo tanto sólo afecta en condición de remedio piadoso. Existe otro problema con la marihuana; se ha convertido en una droga de diseño. Ya no son esas plantas salvajes que contienen la ponzoña de una serpiente de cascabel creciendo en los morros de Bahía, en Brasil; o la sísmica yerba paraguaya. La marihuana comenzó a plantarse en cualquier sitio y por cualquier idiota estudiante de botánica. En las mecetas de un departamento en San Isidro, en un jardincito de La Plata, en los fondos de la casa de la tía Adela. Estas marihuanas, efectivas pero domesticadas, han perdido la furiosa embestida con que las dotaba la tierra primitiva y la mano inequívoca del traficante (...) Actualmente nadie consume marihuana; fuman fotocopias. La cannabis sativa dejó de ser el maravilloso escalón que te transportaba inmediatamente hacia plantas más poderosas; se fue transformando a lo largo de los años en el mantel coqueto en el que psicólogos y rastafaris, amas de casa y toda clase de gente adaptada sirve su porción de misterio para luego contar con orgullo: "Nos fumamos un porrito" (...) El mejor argumento para defenestrarla lo ha aportado la casta médica de cierto estado del gran país del Norte: ¡muchos médicos recomiendan la marihuana como remedio para casi todos los males! Se trata del suicidio de una planta mágica. El té de los chinos es una clara demostración: de aquella poderosa fiera alucinógena ha quedado ese gatito ensobrado que tomamos cuando nos duele la pancita.

* Symns, Enrique: El señor de los venenos. Buenos Aires, El Cuenco del Plata, 2005, p.47.