Sigue la recorrida por los barrios y el obligado
reacomodamiento de sus clubes por el distanciamiento obligatorio. Buffet delivery
de lunes a sábado, menú diario a precios populares, las claves del Julián
Aguirre en tiempos de ASPO
Hay un pool en inmejorable estado, ahora recubierto para
ponerlo a resguardo de la tierra que se acumula en tiempos de cuarentena. El
paño punzó, tapado, le sirve al cronista como improvisada mesa. Ahí está Ricky,
que convida y llega de la cocina con una pequeña cazuela de garbanzos con ají y
tostadas a la provenzal. Acompañan la charla junto al bullicio de fondo que
llega desde la ventana del frente. Es el primer cliente del mediodía, el que
habla.
“Nos empezamos a acomodar el 6 de mayo. Creo era un
miércoles. Ahí volvimos a sacarle la llave a todo esto. Parecía todo arrasado.
Y arrancamos como todos, con delivery, como ves –marca la ventana abierta de la
foto por donde despachan el morfi-, para ir saliendo. No nos quedaba otra”, cuenta
Ricky.
“Dos pascualinas”, se escucha a parte de la escuadra, el
gran llamador del lugar, con tartas individuales a sólo 120 pesos pero tamaño porción
para dos. ¿La escuadra? La familia de Ricky, que tiene a cargo la concesión del
club y le puso el cuerpo en pandemia teniendo que incluso que mudarse.
“Así solo sirve para subsistir. Como concesión rendía,
claro, imaginate que estamos desde principios del ‘18. Pero, hoy por hoy, por los
ingresos que tuvimos en estos tiempos, y los alquileres, nos tuvimos que venir
a vivir acá –acá es propio club- con toda la familia”, grafica.
El Julián Aguirre abre de lunes a sábado, en doble horario;
al mediodía, hasta las 14. Y de 18 a 22. Ofrece todos los días un único menú,
que se repite en el doble turno: puede ser pollo, pastas con fideos, canelones
o ñoquis; también albóndigas. Todo casero. El menú es a 220 pesos y en
cuantiosa cantidad. Y, al paso, siempre para llevar, hay pascualinas y tartas,
empanadas, milanesas, pizzas y porciones de matambre o fiambre.
No hay dudas de las dificultades para ponerle el cuerpo
cuando todo parecía cerrarse, dice Ricky, mientras prepara el menjunje para unas
carnes que servirá el sábado.
“El inicio de la cuarentena, esos casi dos meses, fueron
durísimos. Nos gastamos todos los ahorros que teníamos. Pero, bueno, con ayuda
de los familiares, también, empezamos a salir. Hasta el 6 de mayo no hubo
ningún ingreso de nada; casi dos meses”.
Sumado, claro, que las actividades propias del club, como
los talleres de tango, danzas o peluquería, quedaron suspendidos hasta nuevo
aviso de reunión, eventos que siempre son otro foco de paso de gente y eventual
consumo en la barra del buffet del Julián Aguirre, el conocido club de fútbol
infantil de Altos de San Lorenzo que empodera a decenas de pibes con la
camiseta del Vélez porteño jugando en LISFI o LIFIPA todos los sábados.
Julián Aguirre
atiende en 25 entre 73 y 74, por la ventana, con comidas para llevar; al WhatsApp: 221 591 4206 / 221 5053874; o al fijo: 426 4253.