Una tradición que perdura:
Estudiantes, con los “grandes”. El club debutó en el Torneo Internacional
Nocturno del ’38 que agrupaba a los equipos más importantes del Río de La
Plata. Un selecto privilegio que repetiría en 1944 y que, además, marcó otro
hito: el debut de pretemporada del “Payo” Pelegrina
Cualquier
hecho se puede medir por la importancia que le asignan los participantes
implicados. Y, así, el relato dependerá, en muchas ocasiones, de quien se calce
el micrófono amplificador de la historia. El “Nocturno de los Grandes” marca en
el bullanguero rosarino una particular cuña en la jerga (tan única como
subjetiva) que el derby local tiene en una rivalidad sin precedentes afuera y adentro:
todo se ajusta para encontrar una diferencia con el rival de siempre. Victoriosos
en la tercera edición y sin títulos internacionales en las vitrinas, los
leprosos se le animan a la conquista de la Conmebol ’95 de los canallas, chapeando el honor, aunque amistoso y no
oficial, que el club luce por haber sido el mejor entre los “grandes” levantando
la copa del Internacional Nocturno de un lejano verano del ‘43, con los
campañones en los torneos de Primera de 1941 y 1942 como antecedente.
“La
Copa de Oro Rioplatense”, o “Torneo de los Grandes”, se organizaba entre enero
y marzo con la disputa de uno o dos encuentros por semana en sedes rotativas,
en el receso del campeonato oficial. Empezó en 1936 con la participación de
nueve clubes. Para la segunda, en el verano del ’38, los organizadores invitaron
a Estudiantes para completar el selecto grupo de diez que ya integraban los
“cinco grandes” de siempre; Central y Newell´s, ya incorporados por logros y
convocatoria al torneo de los “porteños” y la AFA; y Peñarol y Nacional,
habituales protagonistas de la Copa Aldao frente al campeón anual argentino.
Razones
de peso a favor las del Pincha para que la ciudad tuviera representación en el
renombrado torneo de época: las buenas campañas del inicio del profesionalismo
y la trascendente inauguración de la iluminación del Jorge Luis Hirschi, meses
antes, en noviembre de 1937 en un amistoso contra Peñarol.
En
la previa al inicio del Nocturno, el equipo se preparó con dos amistosos de
pretemporada en 57 y 1 contra Talleres y Belgrano. Resultado anecdótico (2-1 y
6-2), los partidos sirvieron para que el entrenador a cargo, Latorre Lelong, probara
a los cinco cordobeses que se medían como refuerzos: Roberto Gigena, el arquero
Rama, Roberto Ortiz, Ramón Farías y… Manuel Pelegrina. “Resultaría aventurado
emitir un juicio categórico respecto al nuevo puntero izquierdo cordobés,
Pelegrina, pero sí puede señalarse que dejó buena impresión por los centros y
rapidez en las jugadas: es probable que en nuevas demostraciones mejore su
rendimiento…”, arriesgaba El Argentino en uno de los primeros entrenamientos. Fue
eso y mucho más.
Debutó
en la copa el 22 de enero, de local, contra San Lorenzo. Categórico 5-1 a favor
con tres de Zozaya, uno de Cosso y el restante del debutante Pelegrina, que
parecía anticipar otra suerte en el torneo, sumando el posterior buen empate en
dos, en La Boca, contra el River que venía de ganarlo todo entre el ’36 y el ‘37:
bicampeonato nacional, Copa Ibarguren y doblete en la Aldao con goleadas en
duplicado al “Carbonero”. Llegarían después las derrotas con Central e
Independiente (2-3 y 0-5) y la esperada visita de Nacional de Montevideo a 57 y
1, que fue 1-2, con “tangana” y escándalo, exaltados los jugadores pinchas con el
arbitraje del uruguayo (la reglamentación permitía que un juez dirigiera a un
equipo de su país), Pedro Olavarrieta, que no convalidó un claro gol de
Pelegrina, obvió un foul en la jugada previa al primero de Nacional y dejó
pierna libre (“No cabe duda de que no penó las infracciones con igual criterio,
según fuera el bando de los jugadores que la cometían…”, de la crónica de La
Nación) para el accionar del “Bolso”.
El
final del torneo mostró la cara más deslucida: goleadas en contra Newell’s
(0-5), Boca (2-6) y Peñarol (2-7) en Uruguay, en un juego sin equivalencias y
con prueba de varios jugadores habitualmente alternativos. Y caída final con
Racing en La Plata, 1-2, el 24 de marzo.
Estudiantes
tendría revancha en 1944, en la cuarta y última edición del Nocturno, con el campañón
del equipo del “Mocho” Viola que terminó tercero en el campeonato de Primera y levantó
la Copa Escobar de final de año contra San Lorenzo en el Viejo Gasómetro.
Para
apretar calendario y costos, la copa se dividió en dos zonas de cinco equipos, con
los mismos participantes de 1938. Fue derrota de local en el arranque frente a
Racing. Pero el 6-2 ante Independiente (noche inolvidable con cuatro goles de
Alberto Guerini, de fugaz paso profesional por Estudiantes ese año, y otros dos
de Pelegrina) y el pleno ante Central (3-1), de nuevo en 57 y 1, le permitieron
al Pincha alcanzar (pese al 1-2 con Newell’s en Rosario) el segundo lugar de su
zona y disputar el partido por el tercer puesto con Nacional en Montevideo (segundo
de la A), que lo venció 3-2, otra vez con
doblete de Pelegrina, como para no perder la costumbre ni en amistosos ni en
oficiales, el “Payo”, después de su bautismo en el debut oficial de Estudiantes
en el “Internacional de los Grandes”.
* Publicado en el número de noviembre de Revista Animals!.