viernes, 1 de julio de 2005

Todo por un polvo


Si la estética es arte; y el arte, revolucionario, concebimos al compromiso como algo erótico.
El erotismo sugiere y seduce; juega con los sentidos por medio de la imaginación. Comprometerse eróticamente hace del ser, eso: un individuo que interpreta y piensa a través de su libertad, desestructuradamente, moldeando su propia imagen del concepto y el mensaje.
Cuando la pornografía dirige el compromiso, en cambio, el individuo juega sin fantasías; se vuelve explícito, haciendo previsible su infinito horizonte, al que considera como portador de la verdad absoluta.
El compromiso pornográfico subestima al individuo como receptor; lo cree falto de imaginación y, por ende, incapaz de ser un sujeto activo. Todo lo que allí se demuestra queda exhibido con tosquedad, con el realismo que denuncia la falta de estética. Así, no hay lugar para el goce y el individuo se estructura en la certidumbre de saber, con suma certeza, que logrará el objetivo de acabar con la seducción de lo imprevisto de comprometerse eróticamente.

* Estas ideas resonaron a partir de
Contra el lenguaje basura, de José Pablo Feinmann, Página/12, mayo de 2005.

3 comentarios:

María Esquitin dijo...
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María Esquitin dijo...

Querido amigo: el erotismo y la pornografía no tienen absolutamente nada que ver. El problema está en los que se empeñan en que una cosa tiene que ver con la otra, es como un refresco y el agua. El primero se toma para deleite de nuestro paladar y sentidos, y el otro,sólo para calmar la sed. La pornografía, bendita sea siempre, es maravillosa, y es, para lo que es: para tener un orgasmo increible en tiempo record. El erotismo, requiere de otra persona para disfrutarlo, como ve, nada que ver. Un saludo.

Anónimo dijo...

las ideas se reinventan, van y vienen. mucho de lo que decís es cierto... y lo comparto. sólo affffané dos conceptos para meterme con el lugar del arte y lo político

saludos