Horas, nomás, para el inédito y primer cruce por semifinales en la historia de la brega local. De cuando todo pudo cambiar para siempre en la última fecha del Clausura 1996, la tarde que el Lobo quedó a un solo gol de dar la vuelta contra el albirrojo y en su propia cancha, a aquel derbi de 1945 que definió un descenso en un clásico o la eliminatoria de la Centenario '93 cuando Gimnasia eliminó a Estudiantes y después gritó campeón
Hay imágenes taimadas para los corazones de lobos y leones de aquella tarde de invierno, la del domingo 18 de agosto de 1996. Última jornada, la 19°, del postergado Torneo Clausura de aquel año en el terruño de 55 y 1. Pero ninguna como el 20 x 30 del saludo inicial entre los capitanes: al lado de un impoluto Javier Castrilli vestido de negro en ropa Adidas, la mirada inquieta de Guillermo Barros Schelotto, enfocando los ojos hacia un cielo que presumía gloria, y Martín Palermo, raleando con gesto seco pero hacia la cámara, para que no quedaran dudas de que el objetivo del goleador pincharrata era ignorar al capitán albiazul. Combustible previsible en lo anímico, un juego mutuo de egos y cábalas...
La historia es conocida y aún recordada en letras mayúsculas en las páginas de la lidia local: el empate en el Amalfitani entre el Vélez de Bianchi, ya dirigido por Osvaldo Piazza por la ida del “Virrey” a la Roma, e Independiente le dejaba “servido en bandeja” el título al Lobo, que de doblegar al Pincha en UNO, rompiendo el 0-0 final, hubiera sido campeón. Un escenario irrepetible que dio pie al título en letras tamaño molde de la prensa gráfica: “El Clásico del Siglo”.
Gimnasia llegó a ese partido sin una pieza clave: la expulsión de José Albornoz, del “Pepe”, en la goleada previa 6-0 a Racing lo privó a Timoteo de contar con un jugador de excepción. Y el “Viejo” se la jugó por el escurridizo, oriundo de San Luis, Mario Saccone. A esto se agregaba la ausencia de Alberto Márcico, fuera de las canchas desde su lesión en la 14° fecha en el empate 1-1 con Vélez en Iraola y 118 que, con la sucesión de jornadas, terminaría siendo determinante en el futuro subcampeonato obtenido por el equipo de Griguol: un solo punto fue la diferencia que consagró al Fortín frente al Lobo.
18 de agosto de 1996: Bossio, Zapata, Ramos y Rojas; París, Cascini, Aguilar y Gastón Córdoba; Romeo, Palermo y Mazzuco, de un lado; del otro, Noce, Sanguinetti, San Esteban y Pereyra; Gustavo B. Schelotto, Larrosa, Ylliana, Dueña y Saccone; Guillermo y Sosa. Entraron Catán, Azconzábal y Fúriga, en Estudiantes; y el Guly y Morant, en el Lobo, que jugó gran parte del match con uno menos por la roja del PT al uruguayo Sanguinetti y “quemó las naves” sobre el final, a puro centro y cabezazo. Lo tuvo el “Pampa” Sosa, que llegó al empate (lo ganaba Estudiantes 1-0 con gol del marplatense Claudio París) con un frentazo a palo cambiado en el que Bossio solo hizo vista; y Morant, ese aguerrido zaguero chubutense llegado de Trelew que espió las puertas de la gloria pasados los 45 del complemento y cabeceó solo, de frente al arco, pero a las manos del arquero cordobés. Fue 1-1 y el recuerdo de una vuelta olímpica que no se dio en rodeo ajeno apenas por detalles.
1945: el clásico que quiso evitar hasta Estudiantes
Pedro Osácar, presidente pincharrata en aquel 1945, tuvo hasta la voluntad de aclarar, consultado por los oficios de la prensa y en vocería de honestidad, que Estudiantes defendería el honor deportivo de la institución y que ninguna amistad con sus pares triperos haría que los futbolistas albirrojos jugaran “a desgano” la inolvidable tarde del 2 de diciembre de 1945. ¿Las dudas? Ciertas cuitas de barrio que hermanaban a pinchas y triperos hacían sospechar de una actitud candorosa de los albirrojos, en esa excepcional lidia del torneo de 1945, para evitar el descenso de su histórico rival de ciudad justo en el duelo mano a mano.]Inimaginable hoy, como motivo irreductible de acelerada gastada en memes y redes durante semanas y meses, aquella última fecha del Campeonato de Primera División de 1945 puso al clásico platense de la segunda rueda en el cierre del torneo. Le tocaba a Estudiantes ser local, aunque en la cancha de Lanús porque pesaba una sanción sobre el (hoy) Estadio Jorge Luis Hirschi. El detalle no era menor: el irregular desempeño del franjeado durante la temporada lo había catapultado a tener que jugarse el descenso a la B justamente ante su rival de siempre y de visitante. El Lobo debía ganar o empatar y esperar resultados favorables en los partidos de Chacarita Juniors y Ferro Carril Oeste para no bajar otra vez a Segunda.
Pero los pronósticos, pese a la fanfarria previa de la vocería, fueron los previsibles. El Pincha lo empezó perdiendo desde el vestuario 0-1 y en apenas 26 minutos ya lo ganaba 3-1. Gritos de Gagliardo, Negri y Arbios para un triunfo seguro de un Estudiantes de época portentoso que había hecho podio en el Torneo de 1944 y levantado la Copa Escobar. Y que estaba por definir la final de la Copa República frente a Boca, que ganaría un año después en el Viejo Gasómetro.
Un clásico sin igual, con triunfo albirrojo y Gimnasia condenado a jugar en Segunda durante 1946.
Cruces por eliminación: de la Competencia ‘45 a la Sudamericana 2014
Pero aquel 1945 no solo patentó un clásico excepcional, sino que dio la primera serie por eliminación en los cotejos oficiales entre ambos. Sucedió en la Copa Competencia 1945, torneo por eliminación directa organizado al estilo de la actual Copa Argentina que se jugaba entre los equipos de Primera de la temporada en curso.
El primer partido fue “eterno” y debió suspenderse cuando empataban 3-3 porque la tarde se había transformado en noche, la luz escaseaba y el árbitro ya no disponía de balones en el viejo estadio de Racing, escenario neutral elegido para la brega. Fue un 8 de abril de 1945. Se jugaron 139 minutos, entre los 90 reglamentarios y los dos suplementarios. Y ni así pudieron definirlo. Después el Pincha ganaría el desempate, jugado en Iraola y 118 el feriado del 1 de mayo, y se clasificaría a la siguiente ronda al vencer a Gimnasia por 2-1.
Casi cinco décadas más tarde, recuerdo grato para los albiazules, aquel del invierno de 1993 por la inédita edición de la Copa Centenario con motivo de los 100 años de la fundación del fútbol asociacionista porteño en su versión “nacional”. La AFA emparejó a los equipos organizando las llaves entre los clásicos rivales y se eliminaron en la primera ronda del certamen. Gol de Guillermo para el triunfo tripero en el juego de ida en el Bosque, del que solo se completaron 15 minutos del ST por un certero piedrazo contra el árbitro, Juan Carlos Biscay, que obligó a suspender la brega. La revancha fue empate 0-0, en UNO. Pero festejó Gimnasia al sellar la clasificación a la segunda fase de la Ronda de Ganadores de un torneo que lo vería campeón el 30 de enero de 1994.
Más acá en el tiempo, y ya en el siglo XXI, los únicos cruces internacionales entre los rivales de las diagonales. El capricho del sorteo hizo que Pinchas y Triperos debieran eliminarse en los 16vos. de final de la Copa Sudamericana 2014. Hubo empate en la ida, 0-0, y triunfo albirrojo, 1-0, con gol del uruguayo Diego Vera, en la revancha jugada en 25 y 532. Así, el Pincha pasó de ronda y luego se midió con el aurinegro de la capital uruguaya, ya en la instancia de octavos de final.



















