domingo, 22 de junio de 2025

El Mundial FIFA y el dato con la historia albirroja

Con el inicio de la 21º edición del máximo torneo de clubes de fútbol a nivel mundial, un barrido por la participación de los equipos nacionales. Estudiantes y un dato singular entre los únicos cuatro equipos argentinos que tuvieron el privilegio de disputarlo

Tres son los clubes sudamericanos que, hasta hoy, consumaron la hazaña de derrotar a los europeos en la final de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA; y los tres brasileños: San Pablo e Internacional de Porto Alegre, que dieron cuenta de Liverpool y Barcelona en 2005 y 2006, y el tercero, Corinthians, con el récord para clubes asociados a Conmebol de ostentar un bicampeonato: le ganó la final de la primera edición (esa excepcional del verano 2000 organizada en Brasil, por única vez, como Campeonato Mundial de Clubes) al Vasco da Gama por penales y, en 2012, al Chelsea del español Rafa Benítez con un recordado gol del peruano Paolo Guerrero. Este, de 2012, es el último grito de un equipo no europeo en el Mundial de Clubes. Pasaron 13 años.
Las participaciones de los clubes argentinos se reducen a sólo cuatro a partir del cambio de formato, cuando en 2004 la histórica Copa Intercontinental, que desde 1960 solo jugaban los campeones europeos y sudamericanos, mutó al actual Mundial de Clubes con la extensión de participación a los equipos campeones del resto de las confederaciones mundiales de fútbol: Norte y Centro América, Oceanía, Asia y África.
Boca fue el primero en disputarlo, en 2007. Empezó en semifinales contra Étoile de Túnez (ganó 1-0) y cayó en la final (2-4) ante el Milan de Italia. Luego llegaría la épica del Pincha de Alejandro Sabella en la final contra el Barsa de Guardiola de la edición 2009. Estudiantes sacó en semis al Pohang coreano (victoria 2-1 con goles del Chino Benítez) y perdió la final en tiempo suplementario tras igualar 1-1 los 90 reglamentarios después del gol de Pedro a los 43 del ST. Es el único club argentino que logró empatar y forzar los 30 minutos de alargue en una final de Mundial de Clubes. Perdió 1-2, el 19 de diciembre de 2009, y a nada estuvo de llegar a los penales con un cabezazo final del Chavo Desábato que salió pegado al poste izquierdo de Valdés, portero catalán. Tan épica como dolorosa, aquella final para la grey albirroja.
Después de la experiencia pincharrata, pasarían cinco años sin representantes argentinos. Llegaría el desafío por duplicado para el River de Gallardo y la proeza del San Lorenzo de Edgardo Bauza. Experiencias, ambas, para el olvido. San Lorenzo fue dominado por el Real Madrid, que le hizo precio (0-2) en la final de Marruecos 2014, mientras que River perdió la edición 2015 por goleada (0-3) contra el Barcelona de Luis Enrique, Messi y compañía. Y ni siquiera accedió a la final en el Mundial de Clubes 2018, cuando claudicó en la semifinal, por penales, contra el Al-Ain de Emiratos Árabes Unidos, horas después del 9 de diciembre victorioso contra Boca en Madrid, en la inédita definición de la Libertadores disputada en Europa por primera y única vez.
Flamengo, de Brasil, en 2019, y Palmeiras, en la edición 2021 contra el Chelsea de Inglaterra, fueron los otros dos representantes sudamericanos que lograron empatar y, aún en la derrota, forzar la prórroga de 30 minutos como Estudiantes en 2009.
River perdió la edición 2015 por goleada (0-3) contra el Barcelona de Luis Enrique, Messi y compañía. Y ni siquiera accedió a la final en el Mundial de Clubes 2018, cuando claudicó en la semifinal, por penales, contra el Al-Ain de Emiratos Árabes Unidos.

Supremacía europea
Corinthians, de Brasil, tiene el privilegio de ser el único equipo sudamericano en contar con dos estrellas de la Copa Mundial de Clubes, y de ser el último en haber alzado el trofeo hace ya largos 13 años. Fue en 2012 ante el Chelsea. Desde 2013, cuando el Bayern Münich dio cuenta del Raja Casablanca de Marruecos en la final (2-0), todos los campeones fueron de UEFA. De las 20 ediciones, los clubes de UEFA ganaron 16 y, los de Conmebol, solo 4.
El Campeonato Mundial de Clubes de la FIFA, desde que sumó a los clubes campeones de todas las confederaciones, marcó un quiebre indisimulable en esta estadística, ya que con el antiguo formato de Copa Intercontinental (campeón de Libertadores versus campeón de Liga de Campeones de Europa) los ganadores del máximo trofeo se repartían entre los 22 de Sudamérica y los 21 de Europa, siendo Milan, Real Madrid, Boca, Peñarol y Nacional de Uruguay los máximos ganadores con tres copas cada uno.
Desde la instauración del Mundial de Clubes, la supremacía es europea y española, con las seis conquistas del Real Madrid, que lo ubican, largamente, como el máximo ganador histórico con 9 títulos mundiales, entre los logros de copas intercontinentales y mundiales de clubes.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 90 Líneas.

sábado, 21 de junio de 2025

Inéditos: Gimnasia de rojo, Estudiantes de azul


Los conjuntos alternativos constituyeron, muchas veces, un problema en los clubes hasta bien entrada la década del ’70. Así pasó en Gimnasia y Estudiantes

Sobran ejemplos. Bacán, si no, citar el caso por antonomasia del fútbol moderno ocurrido durante el Mundial Argentina 1978, cuando el seleccionado francés debió engayolar de urgencia la camiseta verde y blanca a bastones de Kimberley de Mar del Plata para enfrentar a Hungría. Situaciones parecidas vivieron Gimnasia y Estudiantes.
En referencia a lo ocurrido en la mencionada Copa del Mundo, un error en la logística de organización, la FIFA había sugerido que los equipos cambiaran sus atuendos tradicionales -el azul y el rojo de ambos países no se distinguían en transmisiones televisivas que mayormente eran para televisores en blanco y negro, en Argentina y en el resto del mundo- sin reparar que las alternativas de ambos eran blancas.
Las dos selecciones se presentaron con las Adidas claritas (canija picardía la de los galos, al parecer, que no querían jugar con la azul habitual y forzaron la situación) pero terminó siendo Francia, finalmente, quien coronó de historia, ante el mundo, al desconocido Kimberley oriundo de una ciudad balnearia de la costa atlántica argentina al usar su insignia.
De tal forma, según una parte de la biblioteca, la actual divisa de River, originalmente blanca, nacería de la necesidad de agregarle un distintivo rojo a la clásica casaca lisa en blanco que el Millonario lucía durante un partido en que su primer equipo se habría enfrentado con otro de similar color.
Que no es otro que el uniforme del elenco de Núñez con la banda roja cruzando el pecho de izquierda a derecha que conocemos desde los inicios de la era profesional, cuando el presidente Antonio Vespucio Liberti dispuso, en 1932, volver al uniforme original y retomar los colores de la época fundacional.
En los años del amateurismo, cuando River aún se identificaba con el apodo de “Darsenero” en su época bachicha del barrio La Boca, usaba la famosa casaca tricolor (roja, blanca y negra) a bastones que tantas reediciones tuvo a lo largo de su historia y que fue, hasta entrada la década de 1980, el uniforme suplente habitual del club que tiene su estadio en el porteño barrio de Belgrano.

El Lobo del ’62: del Santos de Pelé a Cambaceres
Fue el Gimnasia de 1962, el del nacimiento del apodo Lobo del ilustrador Julio César Trouet, que se vistió de rojo en varios partidos de esa temporada (hay antecedentes similares del mens sana durante el Campeonato de Primera División 1948) como uniforme suplente, aunque la historia canónica ubican una fecha exacta por la importancia de aquel acontecimiento canicular sucedido en avenida Iraola y 60: el 9 de febrero de 1962, por los festejos del 75° aniversario del club, el Santos de Brasil comandado por Pelé, que ese año ganaría la triple corona al campeonar en Brasileirao, la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental, vino a jugar al Estadio del Bosque, apenas empató 2-2 y el Lobo vistió de rojo.
Parece que esa noche, además de que los directivos triperos habrían solucionado el inconveniente por su estrecha relación con los dirigentes de Cambaceres, que les habrían ofrecido las remeras, Carlos Daniel Bayo fue figura en la férrea marca para anular al crack de la “10”, según el semblante pregonado en tinta en el diario El Día.
Sin embargo, aunque los medios gráficos confirmaron el uso del atuendo rojo esa noche, esta hipótesis que hermana al Lobo con el club de Ensenada no figura en los registros oficiales del Museo y Archivo Histórico de Gimnasia: “No tenemos constancia de ese posible préstamo extraordinario efectuado por Cambaceres para el partido con Santos”, confirma Jorge Babaglio, integrante e investigador del museo tripero.
Hubo otras excepciones con Gimnasia luciendo rojo como alternativo, pero en este caso en combinación azulgrana, tanto en una camiseta a bastones, idéntica a la de San Lorenzo de Almagro, como en otra con diseño romboidal con primacía del azul, en los ’40, como enumera la detallada investigación del historiador Ángelo Clerici contenida en gelp.org; además de una roja y negra a mitades verticales al estilo de Newell’s utilizada sólo dos veces, contra River y Huracán, en el torneo superior de 1937; alguna otra íntegramente celeste con bolsillo blanco y hasta una casaca del Everton de Parque San Martín usada en 1946, como si hubiera mutado en Atlanta o Rosario Central, entre otras inéditas y extraordinarias.

Las alternativas de emergencia: Gimnasia de rojo y Estudiantes de azul
Así como Gimnasia cambiaba de atuendo y colores (siempre a criterio del juez) cada vez que Vélez, Huracán, Quilmes o, hasta River, llegaban al Bosque, lo mismo sucedía en el Pincha cuando era visitado por Chacarita, San Lorenzo, Talleres de Escalada y, en el final de la era amateur, Barracas Central; o, más cerca en el tiempo, desde que se sumaron Unión de Santa Fe y el San Martín tucumano al fútbol porteño asociacionista.
Si bien la alternativa de Estudiantes ha sido históricamente blanca (hay documentos del museo oficial albirrojo que confirman su uso durante sus primeras temporadas en la Primera División de la FAF, entre 1913 y 1914); y, desde el inicio del profesionalismo hasta finales de los ‘60, calzando regularmente una roja con cuello blanco, tampoco fue excepción el uso del color emblema de su rival regional: así como Gimnasia se vistió de rojo, Estudiantes lo hizo excepcionalmente de azul con vivos rojos o blancos en varias temporadas oficiales enfrentando a River, Chacarita o San Lorenzo, entre las décadas del ’50 y del ‘60. ¿Una ecuanimidad que se antojaría prohibida, hoy, dado esos hinchas de ansiedad denunciatoria que tildan el minuto a minuto de su equipo en X, Facebook o Instagram?
Incluso, el Pincha supo vestir el celeste y blanco patrio a rayas verticales (aunque tricolor, porque los colores se escindían por rayas finas negras) como divisa alternativa en varios partidos de la temporada 1924 según reveló una minuciosa investigación del Museo Estudiantes; de rojinegro, portando una camiseta a cuadros moldeada como la titular del seleccionado croata, cuando brillaba en cancha la delantera de “Los Profesores”; y, más acá en el tiempo, de naranja ocre o de amarillo dorado, con las firmas Umbro y Topper, a partir de la imposición moderna de las marcas deportivas por el uso obligatorio de un tercer uniforme. Como, de la misma forma, el Lobo se ha vestido de verde en un supuesto homenaje de marketing al arbolado bosque que lo contiene como casa desde 1924.
“Lo primero a considerar, en este tema, es la cuestión estatutaria. Los clubes que se afiliaban debían presentarse ante la asociación oficial y elevar una moción con la propuesta de la indumentaria a utilizar en sus partidos. En el caso de Estudiantes, es conocida la historia que propone un diseño similar al de Alumni (NdR: roja y blanca a rayas verticales finas, como el modelo milrayita que luego adoptarían clubes como Los Andes, con hasta doce bastones de cada color sobre el pecho) que no le permitieron utilizar. Por ese motivo, y sobre todo porque aún no estaba el estadio terminado en 57 y 1, el club se mantuvo firme en su postura y no volvió a competir oficialmente sino hasta 1908. Ahí es el momento en el que se modifica el tamaño original de las bandas verticales, para hacerlas más anchas y diferenciarse de Alumni”, corrobora Guido Martinaschi, quien es presidente del museo oficial pincharrata. Y enumera, con relación a las camisetas alternativas:
“Desde los inicios, la indumentaria de entrenamiento era totalmente blanca, con lo cual se intuye que, en el caso de tener que cambiar los colores, que era algo que no estaba regulado justamente porque cada club debía tener un diseño propio y exclusivo, Estudiantes usaba la camiseta blanca que menciono. Algo que sucedió, claro, en esos primeros años, cuando el equipo principal jugó un amistoso en La Plata contra River Plate de Montevideo. Siendo un partido internacional, se chocaron los colores de los dos equipos y Estudiantes, al ser local, usó la casaca blanca como alternativa. ¿Pudo haber sucedido antes? De seguro, aunque no podamos documentarlo, pudo haber utilizado alguna camiseta suplente en algún otro partido amistoso de esos primeros años fundacionales.”
Se puede ensayar una explicación ligera y que se corresponde con una tendencia que era histórica a nivel mundial: los equipos con equiparaciones rojiblancas, sin tener a disposición el negro como tonalidad oscura primordial para el uniforme suplente por ser exclusivo de los árbitros hasta el Mundial 1994, se perfilaban por el azul (marino o eléctrico) como tono divergente más cercano para enfrentar a clubes que llevaran los mismos colores. ¿Ejemplos? Atlético de Madrid y Atlético de Bilbao, en España, el Ajax en Holanda o, en Argentina, Instituto de Córdoba, Unión de Santa Fe o Talleres de Remedios de Escalada. Roja y blanca a rayas verticales como titular oficial y la azul oscura como alternativa. Otros tiempos, donde las casacas se mantenían sin cambios de diseño hasta por lustros según la marca que patrocinara o lo que, por presupuesto institucional, pudieran conseguir los dirigentes para representar a su división superior en los torneos del ente oficial.

Estudiantes de Gutenberg
Ese inconveniente usual en los años que van desde el puntapié del fútbol amateur hasta las primeras décadas profesionales, para dar con un uniforme alternativo en caso de no tenerlo a mano, lo viviría Estudiantes en el campeonato de 1942 al recibir a San Lorenzo y Chacarita. Esas tardes, a sugerencia del juez, sortearon el desliz vistiendo una inédita camiseta de su combinado de básquet. Era blanca, de mangas cortísimas, aunque no musculosa, con dos finas líneas rojas cruzando el pecho. La titular a bastones rojiblancos y la alternativa más a mano que el club poseía en ese entonces (una roja con vivos blancos) no habían sido autorizadas por el juez al no distinguirse contraste con la azulgrana de los Cuervos y la tricolor histórica del Funebrero. De allí que, para evitar la suspensión del partido, la directiva pincha hubo de recurrir de apuro a las pilchas de otra disciplina.
“Hemos señalado, ya, que los lances no pueden iniciarse con puntualidad por lo tarde que comienzan los preliminares. Si a esto agregamos que, ayer, el referee Cángaro retrasó la brega principal al disponer recién el cambio de camisa a los locales cuando estaba por elegirse valla, tendremos que hacer menester corregir la hora en los lances de Tercera y obligar a los jueces a un mayor celo. El público merece mayor consideración”, se describía el mal de antaño en las páginas del matutino El Día.
Pero, si de extrañezas se trata, perfilan las tardes que Estudiantes recibió en 55 y 1 a Talleres de Escalada y Chacarita por el torneo profesional de la Liga Argentina en 1933. Domingos que, “de emergencia”, el elenco superior albirrojo usó la divisa albiverde a bastones de una institución señera de la liga local: Gutenberg, el club local que alquilaba la cancha de Circunvalación en el predio histórico que Gimnasia usufructuara hasta su arraigo definitivo en el Paseo del Bosque en 1924.
Los once pincharratas saltaron a la cancha con la camiseta original a rayas verticales en rojo punzó y blanco y el árbitro les pidió el cambio en el mismo campo de juego. Buscaba no demorar el inicio del partido mientras esperaban que llegaran los atuendos desde las instalaciones de Club Gutenberg en 12 y 71. Épocas donde el colegiado a cargo conocía la vestimenta que traía el equipo visitante minutos antes del horario oficial de inicio, claro.
Curiosa, también, fue la recomendación anti mufa del cronista luego de que el Pincha perdiera por goleada aquella tarde del 6 de agosto de 1933 contra Talleres de Escalada jugando de albiverde: en “Notas sueltas del partido”, sugería “no felicitar el acierto en la elección de camisetas por parte de Estudiantes: ¡usar la que usa Gutenberg! Eso es sencillamente desear la derrota porque ya es sabida la buena suerte que siempre ha tenido la entidad de la calle 12 y 71. Cuando después de mucho luchar, se gana el ascenso a la Asociación Argentina (NdR: Gutenberg había ascendido a la Primera Amateur tras un repechaje, y la reestructuración de 1933, y aún mantenía el litigio con la hoy AFA esperando la resolución administrativa que confirmara su ascenso) no lo quieren dejar subir” y recomendaba mirar para el Uruguay y optar para la próxima “por las camisetas celestes de los de la vecina orilla”.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 0221.com.ar.

viernes, 20 de junio de 2025

Lobo de Selección y el Pincha como Alumni


“El hincha es el alma de los colores; ese que no se ve, que da todo sin esperar nada”, sentenciaba Discépolo, lo cual no escapa a Gimnasia ni Estudiantes

La canónica liturgia del compositor, músico, dramaturgo y cineasta argentino, Enrique Santos Discépolo con respecto a los colores de los equipos de fútbol y la identificación del hincha, tuvo sus particularidades tanto con Gimnasia como con Estudiantes. Albiazules y albirrojos, han tenido históricas excepciones.
La historia es estricta en documentos institucionales, estatutos, actas de asambleas; lo puede ser en narraciones orales o en el complejísimo trabajo de investigadores, historiadores y revisionistas del fútbol argentino que se sustentan en archivos gráficos y visuales para comprobar cada una de sus hipótesis, los primeros indicios.
El Club de Gimnasia y Esgrima, aún sus albores cuando incorporan al fútbol como disciplina luciendo camiseta a rayas verticales celestes y blancas, al menos entre 1903 y 1904 a decir del trabajo de sus principales historiadores, mutaría enseguida por un diseño idéntico, pero con bastones que se reemplazaron por la prepotencia del azul y el blanco.
El modelo milrayitas que luego usarían equipos como Sportivo Barracas o Talleres, en Córdoba, y que supo brindar varias reediciones a lo largo de la historia tripera como atuendo alternativo de homenaje. Sucedió, por caso, en su primera participación de Copa Libertadores, en 2003, al enfrentar a Olimpia en Paraguay por la primera fase del certamen cuando al Lobo lo vestía Puma; y en la última reedición de la firma dinamarquesa Hummel, en 2022.
Luego llegaría la larga década de la institución abandonando la práctica del fútbol, entre 1905 y 1914, hasta que, al decidirse la fusión con el Club Independencia, volvió a tener representación en la disciplina y se reincorporó en la División Intermedia de AFA con indumentaria íntegramente blanca, respetando la divisa original de Independencia, que era la institución que se encontraba inscripta en la Asociación y a la cual se sumó Gimnasia.
Ya desde el ascenso y la llegada a la división mayor, la fusión debutaría un 26 de marzo de 1916 con la histórica blanca franjeada en azul sobre el pecho a la altura del tórax. La camiseta tripera que el Club de Gimnasia y Esgrima La Plata utiliza hasta nuestros días.

Alumni, la inspiración de Estudiantes
Por su parte, el Club Atlético Estudiantes, bajo ese nombre fundado la noche del 4 de agosto de 1905, fue albirrojo desde sus primeros días. Lo es hasta hoy, a 120 años de aquella gesta en el negocio de avenida 7 entre 57 y 58.
Meses después, una asamblea de principios de 1906 dispondría el uso de su distintivo a rayas verticales en rojo punzó y blanco, imitando, homenajeando, la divisa representativa del portentoso Alumni de principios de siglo que nació de los egresados del English High School de Buenos Aires.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 0221.com.ar.