domingo, 4 de junio de 2023

"Videla, asesino"


Hace 47 años, la Juventud Peronista cometería una osadìa: mostrar banderas de Montoneros en la cancha de Estudiantes. Se desató, entonces, una brutal cacería

“Vayamos a la platea, mejor; cerca de los locales”.
Algo intuía Gregorio Noya; jamás ese final. Se lo sugirió a su hijo, también llamado Gregorio, entre el típico almuerzo apurado de un domingo de otoño con fútbol y el viaje a La Plata.
El razonamiento conservaba cierta lógica paterna ineludible: había escuchado que ese 16 de mayo de 1976, los pinchas buscarían emboscar a los quemeros para quedarse con algún “trofeo”. Lo repitió, incluso, ya sentado en el tren que los dejaría en la estación: que la barra del Globo estaba al tanto de todo y que era preferible evitar “quilombos”.
Pero los cruces no serían entre las hinchadas, ni siquiera como insinuación.
El viejo estadio de Estudiantes donde ocurrió la represión luego de la suelta de globos
“Mejor, así. Entramos por otra puerta, sin la barra, y después salimos enseguida”, convenció a su hijo.
Los pocos relatos que existen son coincidentes: la Juventud Peronista tenía más que buena simpatía dentro del “grueso” de la hinchada de Huracán. Por eso planearon el viaje juntos y llegaron a La Plata en varios camiones. Se estaban por cumplir dos meses del Golpe de Estado y Montoneros, declarada como organización “ilegal”, mantenía su clandestinidad desde septiembre de 1974.
En la previa del Ducó, la barra había acordado cómo sería el ingreso a la cancha y quiénes lo harían, esta vez, cuidando cada detalle de los bolsos con las banderas largas.
“Las blancas van acá, ¿ven?”, prepoteó uno. “Todas confundidas entre las rojas más finas”.
Los tirantes de color se desplegarían antes de empezado el partido, sobre los paravalanchas.
Los que sabían el plan, conocían el dato desde mucho antes: los jóvenes de la JP custodiarían y estarían a cargo esa tarde de todos los bolsos pesados. El eventual enfrentamiento entre las barras de ambos equipos sonaba a coartada. Lo era: se había planeado de común acuerdo. Otros tiempos de la rivalidad sellada a fuego que hoy conllevan quemeros y pinchas...

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