Diez
y cuarto de noche llega un Buquebús a Colonia y todos se juntan en la
punta de la costanera: autos, personas, luces, a ver la llegada del
barco; puntualmente.
Desde la punta del cabo, que ahí homenajean al amparo de ser el bastión de Alcántara, se divisa una larga e intermitente hilera de luces, de derecha a izquierda, que fácilmente se denotan Buenos Aires. En la continuidad, se apagan en la oscuridad del Parque Pereyra que alguna vez expropió Perón y que, cual paradoja, le permite a La Plata seguir en la frontera del Conurbano que combate.
Perpetuamente.
Desde la punta del cabo, que ahí homenajean al amparo de ser el bastión de Alcántara, se divisa una larga e intermitente hilera de luces, de derecha a izquierda, que fácilmente se denotan Buenos Aires. En la continuidad, se apagan en la oscuridad del Parque Pereyra que alguna vez expropió Perón y que, cual paradoja, le permite a La Plata seguir en la frontera del Conurbano que combate.
Perpetuamente.