Nunca viene de más hacer praxis por fuera de la patria tuitera y su erotizante (sic) razón de teclado correspondido.
Detrás de este río, uno de los más largos del Uruguay, hay un pueblo que mayormente vive del cultivo del arroz y de alguna changa de privilegiado en el empleo público.
Entré a un bar, en Cebollatí. Pedí lo de siempre a esa hora de la noche para un lugar con pocas chances: una medida de algo. Ligera. Para seguir. Le pregunté al barman (barba canosa de dos días, mate en mano, termo al codo) por las luces (de colores) y el sonido de la música. Fuerte. Indescifrable. Al lado del pool se movía en minifalda una chica. Muy chica.
- Oiga: ¿por qué tan alta la fonola?
- Usted sabrá... es un bar de mujeres.
La que bailaba y esperaba, ya sin la campera puesta, era de la familia.
De sangre.
Detrás de este río, uno de los más largos del Uruguay, hay un pueblo que mayormente vive del cultivo del arroz y de alguna changa de privilegiado en el empleo público.
Entré a un bar, en Cebollatí. Pedí lo de siempre a esa hora de la noche para un lugar con pocas chances: una medida de algo. Ligera. Para seguir. Le pregunté al barman (barba canosa de dos días, mate en mano, termo al codo) por las luces (de colores) y el sonido de la música. Fuerte. Indescifrable. Al lado del pool se movía en minifalda una chica. Muy chica.
- Oiga: ¿por qué tan alta la fonola?
- Usted sabrá... es un bar de mujeres.
La que bailaba y esperaba, ya sin la campera puesta, era de la familia.
De sangre.