Con el disco homónimo,
coquetearon, con crudeza, el placer de los excesos con un anagrama de su
propio nombre. Los Crema sentarían, así, las bases de una conducta
social patentada en el grito de guerra de Espíritu de clase: “Negro de
alma”, clamaron. Hoy proponen su Plan para Todos: Apostasía, tanto
título como declaración de principios en la era del Papa criollo.
Hay una cama que no conoce. Recién
cuando despierte notará que, ni esa madrugada ni las que vendrán, será
la suya; tampoco la habitación: el techo del espacio que comienza a
familiarizar tiene las medidas de un entrepiso que conduce, por una
exigua escalera del lado izquierdo, a la parte de abajo. Allí hay dos
personas que hablan; también un pequeño velador como centro de mesa y
una luz tenue que se antoja desde la antecocina, tratando de disimular,
para los ahora tres presentes, el sol otoñal que irremediable llega tipo
seis y pico. El que se sumó último a la reunión no recuerda haber
escuchado los temas del cierre de los Crema del Cielo la noche con
Valle; respira la agitación y le agradece la gauchada al más alto de los
dos que siguieron caminando la madrugada después de terminar el recital
del Galpón.
“¿Qué gesto, hermano? Chabón, lo haría
cualquiera”. El músico alardea; mira al compañero compinche de la
seguidilla que ancló en la casa del entrepiso escaso, buscando
complicidad en ese vértigo interno que el momento le exige.
“Tiene razón. Estabas agachado cerca de un cantero, con el móvil ahí cerca, regaladísimo. Te subimos al auto y te trajimos”, dirá Mauro.
“Tiene razón. Estabas agachado cerca de un cantero, con el móvil ahí cerca, regaladísimo. Te subimos al auto y te trajimos”, dirá Mauro.
Hay otros quiebres que pueden
anticiparse, que no son de una noche o del corto plazo; son rupturas que
se cocinan a fuego lento, como esa relación que resiste a lo
irremediable de la separación hasta que lo que unía se corta por lo más
ingrato. Ese necesario e irremediable cambio puede significar, también,
una instancia vocacional de ir a más. “No creo que sea algo nuevo. Sólo
nos enfocamos más en hacer música que en descontrolar. La vida de todos
cambió; la de casi todos. Así que eso lleva a un cambio en lo general”,
despunta el Boya, el cantante que supo pararse en una esquina céntrica
de La Plata con un cartel oficialista, tan sincero como provocativo, en
los primeros intentos de marcha campestre de 2008; es uno de los dos
Rulli sentados alrededor de la mesa, en ese jardín al fondo de Meridiano
V. El otro es Daniel, el percusionista: “Este vive como un rockero de
los ‘60”, lo señala. “Yo, en cambio, vivo como un anciano de los 40 y
sigo igual”.
Aunque prefieren no hablar de rupturas a
secas, hubo una noche de 2011 de antes y después. Era viernes y, a las
horas, Gimnasia se jugaba la permanencia en Primera frente a Boca. Fue
la última vez, con el conocido desenlace de los partidos con los
sanjuaninos, que nombraron al Lobo en directo. Ni tocaron los días del
hincha por venir (Boya supondrá luego, contra su voluntad, que fue
porque escasean las invitaciones). Primero fue un amague, después la
concreción: el Rulli de los coros sacó una bandera con la franja azul
frente a la batería, ya de Edu Carreras, el único pincha del grupo que,
hasta su llegada, hacía del rojo y blanco lo más parecido al repelente.
Boya: Lo que está hecho, está hecho. Si
me preguntás ahora si le pegaría de nuevo la cachetada a ese que le
pegué la cachetada (NdR: el show con Mataplantas en el Pasaje Dardo
Rocha donde los porteños alteraron la paciencia del vocalista) y fue un
papelón para todo el mundo, le pegaría de nuevo. No cambiaría nada.
Pensándolo un poco, más que un quiebre es un cambio dialéctico: pequeñas
cosas que van variando en cada uno y eso hace que varíe todo en
general. Son pequeñas cositas que un día dan un vuelco y de repente te
das cuenta que las cosas funcionan de manera muy diferente a hace
algunos años.
La personalidad y el “prontuario” del grupo siempre dijo más que su música o su poemario. No se hablaba de Crema desde la obra…
Boya: Eso siempre fue un boicot contra nuestra propia música.
Boya: Eso siempre fue un boicot contra nuestra propia música.
El único que reconoce el espíritu
autodestructivo que definió a la banda y empalagó los gustos musicales
de tipos como Manuel Moretti, es el Laucha, el bajista del gorro con
visera eterna, el hermano del Ramírez (el más grande: Mariano) de la
radio comunitaria donde el grupo rozó la disolución; y de Nacho, siempre
cercano a dar una mano por la banda. “Yo creo que en algún punto
nosotros queríamos un poco todo eso”, acepta.
Daniel: No sé si lo queríamos. Pero somos responsables totalmente. Éramos muy desbocados con algunas cosas.
Boya: Fuera de joda. Y te lo digo a modo de título: todo lo que hicimos extramusicalmente boicoteó nuestra música. Se le prestó más atención a todas esas giladas que a las canciones. Pero la verdad es que no me arrepiento de eso: no tuve nunca una pose. Siempre hice lo que tenía ganas de hacer. Entonces no me puedo arrepentir, porque ahora estoy haciendo lo mismo.
Daniel: No sé si lo queríamos. Pero somos responsables totalmente. Éramos muy desbocados con algunas cosas.
Boya: Fuera de joda. Y te lo digo a modo de título: todo lo que hicimos extramusicalmente boicoteó nuestra música. Se le prestó más atención a todas esas giladas que a las canciones. Pero la verdad es que no me arrepiento de eso: no tuve nunca una pose. Siempre hice lo que tenía ganas de hacer. Entonces no me puedo arrepentir, porque ahora estoy haciendo lo mismo.
Como la lógica futbolera aplicada a la música: ¿se toca como se vive?
Todos: Sí. Totalmente.
B: El momento que tenés de composición o de armar los temas, estás solo. No vas a estar yendo a buscar a tu hijo a la escuela y haciendo una canción. Así que básicamente eso no cambia mucho…
D: Igual eso no lo entiendo. Hay gente que se sube a un escenario y cambia de personalidad: ¿cómo funciona? Lo detesto. No quiero ni pensarlo. ¿Cómo puede ser que haya gente que para tocar sea de una manera y para vivir sea de otra?
B: Tiene que ver con el escenario…
Todos: Sí. Totalmente.
B: El momento que tenés de composición o de armar los temas, estás solo. No vas a estar yendo a buscar a tu hijo a la escuela y haciendo una canción. Así que básicamente eso no cambia mucho…
D: Igual eso no lo entiendo. Hay gente que se sube a un escenario y cambia de personalidad: ¿cómo funciona? Lo detesto. No quiero ni pensarlo. ¿Cómo puede ser que haya gente que para tocar sea de una manera y para vivir sea de otra?
B: Tiene que ver con el escenario…
El baterista interrumpe. Es el que más
habla siempre después del grupo de hermanos. Será así a lo largo de la
tarde: “Pará, pará (sic). ¡Ney Matogrosso se travestía para tocar y es
un groso!”.
B: ¿Vos vas a ver a los Stones y qué preferís: a Keith Richards y Jagger con pelucas puestas o que aparezcan en silla de ruedas y pelados como están en la casa?
D: ¡Si no están en silla de ruedas y pelados…!
B: El pelo de Jagger no es real, dale… No se puede tener ese cabello a los 70 años. Lo nuestro no es hacer espectáculo; es hacer música, nada más.
B: ¿Vos vas a ver a los Stones y qué preferís: a Keith Richards y Jagger con pelucas puestas o que aparezcan en silla de ruedas y pelados como están en la casa?
D: ¡Si no están en silla de ruedas y pelados…!
B: El pelo de Jagger no es real, dale… No se puede tener ese cabello a los 70 años. Lo nuestro no es hacer espectáculo; es hacer música, nada más.
En
ese ida y vuelta de casi diez años, la resignificación de una inercia
de ensayos, siempre en el límite de lo que toleran las noches que rompen
en madrugadas, completó el combo y se trasladó al intento de otras
búsquedas musicales. “Por eso no es un quiebre, sino una evolución. No
es lo mismo componer a los 15 años que a los 40, porque a los 15 no
tenés ninguna experiencia. Si me decís que compongo diferente que hace
cuatro años, te digo que sí. Pero eso tiene que ver con el paso del
tiempo y con las ganas o las necesidades que tenga uno. Mientras las
cosas te fluyan… no te tenés que poner a pensar nada; sólo en componer”,
sugiere el Boya. “Pero claaaro”, apura Eduardo. “Evolucionar también es
eso: que lo que vos tengas para decir, lo digas de manera posta,
lo traduzcas fielmente. Ser profesional no significa ser un ortiva: es
organizarse y hacer las cosas. Nada más. Es eso. Estamos más enfocados
en el arte y no en todo lo que lo rodea”. “Por eso. En el primer y
segundo disco buscamos nuestro sonido. Ahora creo que estamos
encontrando nuestra música más original; nuestro Crema del Cielo; más
nosotros mismos y no tanto una repetición de cosas que venían, sino que
eso maduró dialécticamente como para que ahora tengamos una identidad
menos identificable con otras cosas”, suma el cantante.
La casa de la reunión tiene una pileta
enrejada, algunos arbustos bajos que amagan dar sombra y, curiosamente,
una medianera más corta de lo que aconseja el tiempo cotidiano filtrado
por los medios con imagen; sobre la mesa, un Fernet del original, una
tónica -también de la original, antes uruguaya- y algún cuelgue blando.
Esa tarde, Cristina pasa en helicóptero hacia el regimiento de Arana
para “supervisar ayuda para los inundados”. “Yeeeeeeeeegua”, imita el
Laucha a los opositores con el sarcasmo propio de la banda. El que va
más allá es, otra vez, el Rulli de los coros. Se imagina un 18A
infiltrado como grupo soporte de las cacerolas. “De la única manera que
podría tocar en un lugar así, sería con un cinturón lleno de explosivos;
básicamente, para hacerlo detonar una vez terminado el acto sin ningún
problema de entregar mi vida. En un 90% de lo que vi, era gente
despreciable. Yo no tengo una postura decididamente oficialista, pero lo
que más me convierte en oficialista es ver la gente que se manifiesta
en contra del gobierno. Ese es el mejor aliado que tiene el
kirchnerismo. Es gente desagradable y sin fundamento. Quise ir a sacar
fotos y no pude porque me deschavo. Me cago a trompadas a los dos
minutos”. Entre la risa general, el Boya sugiere no ser tan explícito.
Pero se arrepiente: “Es que ahí correría riesgo tu vida. Podés
reaccionar, pero te agarran entre 50 mil y te matan. Tenés que ir
enfierrado y bajar a un par”.
Sí hay una marcada continuidad
en cómo expresaron su lugar dentro de este contexto político, cada vez
que han tenido que decir algo… ¿Compromiso, necesidad?
B: Cuando fui a la marcha del centro y aparecí en el diario con el cartel -contra mi voluntad, porque no había un periodista en ese momento- me acuerdo que me llamaron de una radio y les pedí que no dijeran que era el cantante de Crema del Cielo; que me hicieran una nota como un pibe que estaba ahí para contar la reacción violenta de esa gente. Quería mostrar el discurso vacío. No quería hacerme el héroe, ni que la gente me conozca por eso. Se suele mezclar con la banda porque pongo mucho el cuerpo. Pero no voy en nombre de Crema del cielo. Soy militante.
B: Cuando fui a la marcha del centro y aparecí en el diario con el cartel -contra mi voluntad, porque no había un periodista en ese momento- me acuerdo que me llamaron de una radio y les pedí que no dijeran que era el cantante de Crema del Cielo; que me hicieran una nota como un pibe que estaba ahí para contar la reacción violenta de esa gente. Quería mostrar el discurso vacío. No quería hacerme el héroe, ni que la gente me conozca por eso. Se suele mezclar con la banda porque pongo mucho el cuerpo. Pero no voy en nombre de Crema del cielo. Soy militante.
Aceptabas, aunque sin
remordiendo sino todo lo contrario, que siempre se dijo más de ustedes
por lo extramusical que por la obra. ¿Cómo logran, entonces, no
“contaminarla” por afuera?
B: … Es que se va a contaminar igual. No me quiero comparar, pero Discépolo era un genio y los antiperonistas lo mataron, lo hicieron concha. ¿Y qué iba a hacer Discépolo: escribir otras canciones o decir otras cosas para dejar contentos a todos? Si hacés eso, no sos un artista. No tenés personalidad…
D: Hay gente que escribe la música pensando en a quién le va a desagradar o a quién se la va a vender. Lo que más tenemos al alcance es eso. Las bandas que uno reconoce como grandes acá en Argentina lo hacen. ¿Qué dudas hay?
B: Lo que no puedo ponerme a pensar, es eso: cómo actuar para agradarle a los demás. No puedo detenerme en eso. No me sale. No lo voy a hacer nunca.
B: … Es que se va a contaminar igual. No me quiero comparar, pero Discépolo era un genio y los antiperonistas lo mataron, lo hicieron concha. ¿Y qué iba a hacer Discépolo: escribir otras canciones o decir otras cosas para dejar contentos a todos? Si hacés eso, no sos un artista. No tenés personalidad…
D: Hay gente que escribe la música pensando en a quién le va a desagradar o a quién se la va a vender. Lo que más tenemos al alcance es eso. Las bandas que uno reconoce como grandes acá en Argentina lo hacen. ¿Qué dudas hay?
B: Lo que no puedo ponerme a pensar, es eso: cómo actuar para agradarle a los demás. No puedo detenerme en eso. No me sale. No lo voy a hacer nunca.
“Apostasía” tuvo un nombre sustituto que
quedó en la nada (El hipotético “Pinamar” coincidió con los trámites de
desfinanciamiento colectivo de la Iglesia iniciados por los hermanos
Rulli) y su anticipo causal, vía web, el pasado 18 de abril. Horas
antes, la marcha. Horas después, como Estelares o Encías Sangrantes en
Duro de Domar, “Volver en taxi” (“Se puede fantasear llamando la
protesta ‘popular’ con cuadra y media de cola para volver en taxi…”) se
convirtió en el fondo sonoro de los informes por venir en 678.
“Apareces”, “Día a día”, “Proyecto tu”, “Plaza Sarmiento”, “Un éxito”
(“México” de cuando era aún inédito), “Palabras”, “Occidente” y “Entra
en pánico” se sumarán a la lista total de trece temas. “Más o menos
compusimos veinte y quedaron once”, dice Fernando. Glombovsky es el
guitarrista de apellido estridente y el que durante la entrevista apenas
dirá algo más que el ausente que completa el sexteto: Leo Giordano, el
de las teclas. El disco tendrá su presentación durante junio o julio,
dos temas instrumentales y los aportes de Manza Esaín (Valle de
Muñecas), Shaman Herrera y la ex Lumilagro, Valeria LaFerrara, en voces;
y la gráfica, de la que no adelantan conceptos, para el ex Crema,
Marcelo Pilegui (“Convivió con nosotros tres años. Conoce nuestro
entorno y nuestra historia. Sabe todo”, fundamenta Boya), hoy instalado
en Francia, con el que registraron “Espíritu de clase”.
¿Cómo los interpela la Catedral?
B: Yo tomé la comunión y la confirmación.
L: Con Fernando quisimos entrar a robar de noche (risas), pero no nos llevamos nada. Subimos hasta la cruz y pusimos un deseo cada uno; era una cosa que queríamos para nuestra vida. Escribimos “Lobo campeón” y “Noe te amo por siempre”. Y, hasta ahora, Gimnasia nunca salió campeón y Noelia se casó siete veces…
B: Yo tomé la comunión y la confirmación.
L: Con Fernando quisimos entrar a robar de noche (risas), pero no nos llevamos nada. Subimos hasta la cruz y pusimos un deseo cada uno; era una cosa que queríamos para nuestra vida. Escribimos “Lobo campeón” y “Noe te amo por siempre”. Y, hasta ahora, Gimnasia nunca salió campeón y Noelia se casó siete veces…
Oriundos de la ciudad donde han hecho
toda su experiencia musical, con excepción de giras por Córdoba o alguna
localidad bonaerense, siguen viendo como una cuenta a saldar la
difusión más allá de la 32. “Para eso se necesita que nos hagan
contactos, salir y poder intercambiar fechas”, ensaya una respuesta
Dani. De esas pocas salidas, hubo una que se multiplicó sin límites
precisos; un “secreto de sumario” que prefieren llevarse a una tumba
alejada de Los Toldos y que sólo tiene a favor el recuerdo sarcástico
del Laucha: “La pasé bomba”.
B: Fue la definición de lo que es el infierno. Dame ese día y esa combi todos los días de mi vida y eso es el infierno… A la ida comimos con un mono; el Laucha le mostraba el culo a los gauchos…
D: Se puso así en la barra (actúa una pose, se pone de espaldas en 90 grados, gira la cabeza hacia el grupo e imita una bajada de pantalones con ambas manos) y le mostraba el culo a los gauchos…
B: Después a la noche nos trajeron un lechón adentro de una caja de cartón sin cubiertos y lo comimos con la mano. Así nomás, ahhhh, desquiciados, sin un repasador y con todas nuestras barbas largas engrasadas con cerdo. Tocaba una banda heavy atrás de otra. Era como el infierno; un club de motoqueros que daban vueltas; un calvario. Hacían “buabuabuabuabua” y giraban, iban y venían…
E: Cantaban “rock duro, rock duro, a esos wachiturros me los como crudos…”.
B: Fue la definición de lo que es el infierno. Dame ese día y esa combi todos los días de mi vida y eso es el infierno… A la ida comimos con un mono; el Laucha le mostraba el culo a los gauchos…
D: Se puso así en la barra (actúa una pose, se pone de espaldas en 90 grados, gira la cabeza hacia el grupo e imita una bajada de pantalones con ambas manos) y le mostraba el culo a los gauchos…
B: Después a la noche nos trajeron un lechón adentro de una caja de cartón sin cubiertos y lo comimos con la mano. Así nomás, ahhhh, desquiciados, sin un repasador y con todas nuestras barbas largas engrasadas con cerdo. Tocaba una banda heavy atrás de otra. Era como el infierno; un club de motoqueros que daban vueltas; un calvario. Hacían “buabuabuabuabua” y giraban, iban y venían…
E: Cantaban “rock duro, rock duro, a esos wachiturros me los como crudos…”.
El Boya deja la entrevista. Aprovechará
el Laucha, entonces, para retomar la noche del CCC de 42 que Crema pudo
no ser Crema por un bardo traducido en enojo con el sonido de
los organizadores. “Le dijimos: ‘vamos a ser Los Pericos sin el Bahiano.
Andate’. Ese día fue el peor…”, se ríe. “Pero tuvimos otros: fuimos a
tocar para no sé qué mierda, a un acto, y estaban con todos los bombos
afuera. Tuvimos que ir a pedirles que paren. No se escuchaba nada”. “En
todos los actos de militancia peronista que tocamos nos mete él”, carga
Dani, entre bromas generales, con la complicidad de Eduardo.
“Definitivamente, en los peores lugares donde tocamos siempre nos metió
Gabriel Rulli”.
* Un escrito para el número 62 del Diario De Garage.