La ciudad tilda de bizarra. Pero antes es un manicomio sin cura
ni enfermos; un gran Bordaland al aire libre; como un domo sin techo con
el río como único rebote: hay pocos semáforos y el peatón puede jugar a
la Pantera Rosa sin riesgos; los baños de los bares son mixtos; la
policía en la calle no deja verse; nadie camina con el celular en la
mano... Y hasta te sucede de caer de improviso al Barrio Sur y quel "Lobo" Núñez y su hijo te inviten un asado en el corazón del tamboril
afro-uruguayo.