jueves, 27 de diciembre de 2007

El viaje


Parados en la mitad de calle 2, mirando la Jefatura desde 55, el contorno que dibujaban las copas de los árboles nos trasladaban a Montevideo.
Aunque era feriado, un viejito de pijama y musculosa blanca volvía de algún lado; sería del kiosco. Nos miramos, cagándonos de risa, pensando con gestos que no podía ser, que era imposible: había amanecido y era Navidad.
Nos quedamos parados como quince minutos sin que perturbe ningún auto. El primero que se dio cuenta de la secuencia volvió a sentir al mismo viejito, ahora algo más transpirado, a diez o quince metros. Teníamos el cuerpo saturado, como surfeados por un shock uniforme de los dedos a los pies.
Fuimos y vinimos varias veces. Volvimos al Bosque y después otra vez a la puerta de lo que era la cancha de Estudiantes. "Era" porque la están
remodelando hace unos meses y ahora no hay nada: ni tribunas, ni techada, ni color. Nada. Parece un campo fértil a punto de insumirse.
Distraídos, mirando la hora, se acercó un flaco algo cansado, de vaquero por las rodillas. Nos pidió que secáramos la nostalgia y apenas lo entendí. Seguíamos ahí, inmóviles, sobre las rejas de calle 1, imaginando un Industrial nítido, apenas cubierto por los despoblados árboles de la 57; y del otro lado, los tablones apilados, uno sobre otro, en el medio de la visitante: ahí hizo goles Simionato; el Turco Asad; Insúa; Saturno, el de Huracán de la moda de las calsas, esas que usaba él, Mohamed y otro mediocampista que no me acuerdo el nombre...
Derivó la charla, estacionados otra vez en el mismo banco de un rato atrás pero ya sin imágenes. Alguien pidió fuego varias veces. Lo ignoramos; lo evitamos; lo perdimos. No sé. Lo vimos irse, zigzagueante, por detrás nuestro. Esquivó cuatro tipos que corrían en cortos y se metió al zoológico. Estaba cerrado y entró igual. Lo escuchamos, sollozando, decir que era de "seguridad". Se perdió enseguida y se transformó en dos policías, frescos, con la cara de quien se levantó hace un rato, que no sabemos si nos evitaron o nunca nos vieron.

Volvimos por 54 como a las dos horas. Descubrimos la torre escondida del Club Español que de noche apenas se asoma; la de la Continental de 6 y 49 con ese reloj que ya no marca la hora; y los neón del Rocha y el San Martín, ese lugar que parece no salir nunca de la rígida custodia del masetero de la esquina. El sedante fue un Arsenal - Manchester de alguna Copa. De las galletitas quedaba nada más que la mermelada de arriba; estaba ácida.

2 comentarios:

bartolomé rivarola dijo...

Insisto en que se trata de una gran mentira


también deben haber pasado por el viejo Bulervard del Sol, qué distintas serían las navidades con una historia copada en ese lugar


el reloj que ya no marca la hora me recuerda a un reloj que tenía la ´misma disfunción en la terminal de omnibus. Siempre imaginé un relato (uno de los tantos que no colcluyo, como el de Mano de Obra que te comenté junto a jack en el tramo final de la GMM en Posadas) en pleno auge de la paranoia del Y2K. Luego de pasado el supueso apocalipsis del 31 de diciembre de 1999, sólo hubo un reloj que sufrió un mal de tamaño primermundismo: el de la perdida terminal de ómnibus de un país olvidado en los confines del ojete del globo terraqueo. Por vagancia nunca lo continué. Creo que como disparador, la situación no está mal.

Ya hay un reporte de la GMM. Es el de CHCP. No es definitivo, seguro que lo corrija, pero me interesaba colgarlo para que haya algo. Y se viene el del más grande, solo espero que Dj me pase la foto

bartolomé rivarola dijo...

Che, no se si es el lugar más apropiado para hacerlo, seguramente será un post de http://lasectadelcordero.blogspot.com
Bez, el GRAN bailarín y maraquista de los Happy Mondaays, resulltó triunfador en la versión 1ºMundo de Gran hermano VIP (sería al Roña Castro o Vadalá lo que el crack al paco).
Grosso Bez