jueves, 26 de noviembre de 2020

Aquella tarde de Diego entre Pinchas y Triperos


Ya es leyenda. Y también aquel amistoso organizado un crudo invierno del ’97 a beneficio de la Cruz Roja. Maradona vino a la cancha del Lobo en helicóptero, se puso las camisetas oficiales de Estudiantes y Gimnasia en la previa y jugó un tiempo para cada uno. Tarde inolvidable para muchos que lo veían por primera vez adentro de una cancha


Los que limitan esa imaginaria línea temporal de los sub-40, quienes la superaron y me incluyo, difícilmente olviden qué estaban haciendo ayer, 13 y pico, cuando empezaron a llover los mensajes de texto en cada grupo de Whatsapp. Iván Noble lo definió ayer en un tuit: “Se acabó del todo la infancia”.
Teníamos 7, 8, 9 años, y nuestros viejos nos levantaban temprano los domingos para ver en directo los partidos del Nápoli que hacía historia en el Calcio, siempre reservado para los ”grandes del Norte”. Vimos en directo al Diego, siendo muy pibitos, haciendo esos goles que hoy recorren cualquier enlace de YouTube que recuerdan su en Italia con el modesto equipo de camiseta celeste del sur profundo. 1987, 1988, 1989, 1990…
Nos agarró con 10 años el Mundial ’90, que escuchábamos por viejas radios a pila en el patio del colegio Francisco Berra cuando no ponían un televisor colectivo en la biblioteca y suspendían las clases. Así fue la tarde de los penales contra Italia y el gol de Cani. Ese día sin necesidad de la radio. La diferencia horaria jugaba en contra para los de turno tarde y los partidos nocturnos en Italia nos caían acá a las 3 y media. A algunos nos dejaron faltar, como el viernes del partido inaugural contra Camerún.
A los 14, ya adolescentes, nos tocó el Mundial ’94, patinando “rateadas” en el patio del Nacional para ver a Maradona hacer con las piernas ese “flipper” mágico que Víctor Hugo sintetizó cuando vio la cantidad de pases, y la velocidad, que antecedieron al zapatazo de Diego en su último gol contra Grecia.
En toda nuestra infancia estuvo Maradona. Y podría seguir. Contando lo que costaba encontrar la de Diego para llenar el álbum de las Match o aquel que Puma sacó cuando estábamos en tercer o cuarto grado. Escribo de memoria. Iván Noble, tenés razón: “Se me acabó del todo la infancia”. Será, también, como dice un amigo, siempre como frase de cabecera. “Todo lo que hizo Maradona estuvo bien, sobre todo cuando estuvo mal”.


Aquella tarde del ’97 en el Bosque
Vuelvo después de esa catarsis. Tenía que hablar de aquel invierno del ’97. Para muchos era la primera vez para verlo ahí en vivo. Algunos pinchas y triperos lo habíamos visto en su vuelta a Boca del ’95, jornadas de la camiseta azul oscura marca Olan y la inolvidable franja amarilla de Diego sobre un corte de pelo casi al ras, contrastante con la histórica imagen de siempre de la melena y los rulos. En aquel Apertura ’95, el Lobo lo enfrentó una noche en Vélez. Lo mismo ocurrió para los pinchas, en las revanchas del ’96, la noche en La Bombonera que Estudiantes lo gana con dos de Palermo y enfrente estaba la Brujita Verón y Diego. Hoy, de seguro, muchos pinchas y triperos que bordean los 40 dirán que estuvieron en esos partidos. Vaya uno a saber.
Fue el 9 de junio de 1997. Invierno de los crudos. Era historia, fue leyenda, hoy es mito para los que estuvieron ese día en la cancha del Lobo. Sobreviven las anécdotas de aquella jornada: muchos hinchas, la mayoría de seguro de Estudiantes y Gimnasia, ocupando los sectores de cada uno: los pinchas en el costado lateral de 60 y los tripas en ambas cabeceras; la salida del 10 en helicóptero; el inicio del juego demorado casi una hora porque ganaba la desorganización y la gente que quería ver de cerca a Diego; una mujer (Florencia Romano) al mando del amistoso “Azules” contra “Rojos” para sintetizar el eufemismo de Estudiantes vs. Gimnasia… Anécdotas, decenas. Y sin incluir la propia, de quien esto escribe, que aún conserva el afiche y la entrada de aquel día mágico momento donde tuvimos a Maradona al alcance del alambrado.
La idea surgió para recaudar fondos para una ambulancia de “alta complejidad” de la Cruz Roja. Y Diego, cuándo no, aceptó el desafío.
Siempre dispuesto a dar una mano, el amistoso, además, le servía a Maradona en su puesta a punto mientras preparaba su segunda vuelta a Boca para jugar el Apertura ‘97. Sería, ese, su último campeonato oficial en Argentina, después de su retiro definitivo en la cancha de River.
Hubo un partido aquel día de la Cruz Roja: los equipos habituales de Estudiantes y Gimnasia en aquel Clausura ’97, con refuerzos de otros equipos. Y con Maradona, claro, un tiempo de cada lado. Terminó 2-2 y con mucha pica en las tribunas, con cantos propios de los clásicos platenses que ya anticipaban, pese a que era “Azules” contra “Rojos”, el derbi a jugarse en 1 y 55 semanas después por el campeonato oficial.
Diego jugó el primer tiempo para los “Azules”, que lo ganaban 1-0. Después lo darían vuelta los “Rojos”, ya con Maradona de “refuerzo” jugando el segundo tiempo, con goles de Giménez (figura de un Newell’s animador ese año) y De Vicente. Reggi, sobre el final, pondría el sello igualitario. 2-2.
En el segundo tiempo hubo muchos cambios y hasta el ingreso de jugadores desconocidos para la mayoría, como Castelazzi, un alto flaco de rulos que entró con la número 14 y se ganó la ovación y el recuerdo de todos los pinchas que estaban en la visitante y hasta pidieron por él como refuerzo. Había llegado de Junín, como amigo del Vasco Azcónzabal, de la liga regional. Después sobrevendría la invasión de cancha, hinchas corriendo y buscando al ídolo, y Maradona, ya visiblemente enojado por la organización desbordada, saliendo para abordar un helicóptero hacia Buenos Aires.
Fue leyenda. Es mito.

SÍNTESIS:
AZULES: Campagnuolo; Galvagni, Pereyra y Dopazo; Pablo Fernández, Majón, Manso, Piaggio y Mardona; Guillermo y Reggi.
ROJOS: Bossio; Sergio Castillo, Zapata y Azconzábal; De Vicente, Giustozzi, Verón y Bruno Giménez; Fúriga y Palermo.
Cambios: Leandro Román por Majón, Cristante por Campagnuolo, Jorge Fernández por Maradona, Oscar Olivera por Manso, Majón por Román, Maradona por La Grottería, Mauro Castelazzi por Castillo, Noguera por Bossio y José Luis Campi por Noguera.
Goles: Guillermo y Reggi (A); Bruno Giménez y De Vicente (R).
Cancha: Gimnasia.
Fecha: 9 de junio de 1997.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 90 Líneas.

viernes, 20 de noviembre de 2020

Morgada e Infante, pasión de franja y bastones


Quizás sean los dos casos emblemáticos. Leyendas de Gimnasia y Estudiantes, terminaron sus carreras en las veredas opuestas del bosque. Morgada, con la Pincha; “El Beto”, con la Tripera. Los que jugaron con las dos camisetas.

Salido de Berisso, de esa ciudad faro de principios del siglo XX que era sinónimo de prosperidad, progreso y laburo. De allí venían “los triperos”, hinchas del Lobo que aún no se reconocía con ese apodo, que bajaban en El Mondongo después de la jornada laboral. De allí vino Ismael Morgada. Jugó poquito en Independiente, un puñado de partidos en el torneo amateur de 1920. Y enseguida se marcó a fuego con la franja azul sobre la pilcha blanca.
Desde 1922 y hasta 1935, hizo en AFA 96 goles entre torneos y copas. Está en el top cinco de los que más jugaron en toda la historia. Uno de los símbolos, junto a Varallo, Minella y Maleanni, del campeón del Estímulo del ’29. Recordado goleador, además, del “Expreso” de 1933 que terminaría con la sentada de protesta la tarde de la goleada en contra frente a San Lorenzo en suelo porteño. Fue cuando el plantel tuvo esa inusual ocurrencia de época para “irse de huelga” contra los árbitros que sólo veían el guiño cómplice de los llamados “grandes”. Quiso la pirueta, que tanta identidad tripera terminara calzándose la camiseta albirroja. Sí: fue en 1937. Morgada, berissense y símbolo del Lobo, jugó cuatro partidos de los oficiales aquel año para el Pincha.
Le decía a la revista “El Gráfico” en 1929: “Yo no les tengo bronca a los pincharratas. Los muchachos de Estudiantes de La Plata son buenos amigos míos. Los que arman líos son los hinchas. Mejor sería que se suspendieran esos partidos. Originan muchas broncas. A veces estoy laburando de artista y cuando me dispongo a mandarme una versada, me gritan: ‘¡Tripero patadura!’ Calculate vos: me cortan el hilo y ya ni oigo al apunte. Todo eso es fulero”.

“El Beto”, tripero en 1961
Cruzando de vereda, el caso de Infante. Ricardo Roberto. Goleador letal de Estudiantes –en el podio histórico junto a Pelegrina y Zozaya- e inventor de la “rabona” para la FIFA con aquel gol en el arco de 57 contra Central, Infante, como Morgada, se dio ese gusto poco usual después de su larga y fructífera simbiosis con la historia albirroja: retirarse jugando para el Lobo…
Brilló en Estudiantes integrando la famosa línea delantera que incluía a Gagliardo, Negri, Arbios y Pelegrina. Ganó las copas Escobar y República del 44/45 y también jugó en la Selección. Fuemundialista en Suecia ’58 (aquel del 1-6 con Checoslovaquia y el primer baño derealidad para el orgullo del fútbol nuestro) y hasta le hizo el gol del triunfo a España, en una victoria amistosa de Argentina, en Madrid, en 1952. Este: https://www.youtube.com/watch?v=887cuZe9HBU.
Pero como alguna vez conté y la grey platense sabe de memoria, seducido por mandato paterno, el final de su carrera lo encontró en el Lobo. Se dice que para cumplir el sueño de siempre de su viejo, de verlo franjeado de azul con la histórica camiseta blanca tripera.Jugó 16 partidos y gritó seis goles en el Lobo, en 1961, cuando empezaba a macerarse el "Lobo del 62". Una gran marca, también en Gimnasia, para un jugador ya de 37 años.


Otros nombres
Por supuesto, y es demodé decirlo en las calles de La Plata, del cruce de vereda entre Estudiantes y Gimnasia nace, en sí, la gran pasión del derbi local. Fue el cisma de 1914 en el Pincha y la salida de varios del plantel amateur campeón de 1913, el que abrió la puerta al regreso del fútbol como disciplina al Club de Gimnasia y Esgrima La Plata. Emilio Fernández, el arquero pincha que hasta había debutado con la Selección siendo albirrojo, encabezó la partida de los jugadores hacia el Club Independencia que luego se fusionaría con Gimnasia.De la década de 1910 ala actualidad, el último nombre que se anotó en la lista de las dos veredas dela ciudad fue Sebastián Dubarbier, quien jugó en Estudiantes a partir de 2017 y había debutado con la del Lobo en el lejano Clausura 2006, en época de Pedro Troglio. Antes de "Duba", claro, Gastón Sessa (arquero de los dos arcos), Daniel Pighín, Lucho Malvarez, "Palito" Bertero,"Cuchillo" González, en los '80. Vidallé, el "León" Héctor Vargas, Delménico y siguen las firmas, que llegan hasta leyendas del calibre de Gagliardo y Héctor Antonio.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 90 Líneas.