domingo, 7 de noviembre de 2021

La vuelta del Candombe a las calles de Tolosa


Llama un resplandor
Ya están en la esquina
Templando el tambor
Y corre la lija
Y crece el barullo
Y arranca la clave
Parece que largó...
“El Tambor”, Jaime Ross

El regreso del desfile de llamadas terminó con la espera tras año y medio de pandemia y aislamiento obligatorio. El barrio de Villa Rivera, desde la esquina de 3 y 522, fue testigo del 16to. llamado anual para que las cuerdas de tambores de La Plata, Berisso y Ensenada copen la fundacional tolosana

No es casual la fecha elegida desde 2004 por un variopinto grupo de jóvenes platenses con iniciativas y amantes de la cultura candombera. Fue el año del primer llamado del popular Candombe del 25, una de las expresiones culturales más reconocidas de la región: fue un 25 de mayo de 1838, “fecha patria”, durante los años rosistas, cuando se autorizó oficialmente el desfile de comparsas y cuerdas de negros y mulatos por las calles de Buenos Aires. La población negra representaba, en ese entonces, casi el 25% de la densidad poblacional de la hoy capital argentina…
Esta expresión popular de la cultura afrodescendiente -ineludible genealogía social de los esclavos negros forzados al continente americano en la época colonial- se celebra en La Plata todos los 25 de mayo. No pudo ser en 2020, cuando comenzaba la segunda etapa de la ASPO; y tampoco en el inicio de 2021, ya que desde abril se habían vuelto a limitar los encuentros sociales como consecuencia del exponencial aumento de contagios por covid.
Pero fue ayer, nomás, en noviembre, para cerrar el año con una tradición que va camino a cumplir dos décadas y fue declarada de interés cultural por el Concejo Deliberante de La Plata.


Historia candombera
“Es candombe; no, murga”, me aclara un candombero de la Lonjas 932 de Tolosa, que me hace una mueca irónica y ríe, mientras se entrelaza una cintas blancas, desde el tobillo hasta la pantorrilla –referencia directa a los latigazos con que se sometía a los esclavos- sobre unas calzas negras que le cubren ambas piernas. Estamos sobre la ancha vereda de calle 3, altura 523, del lado de los viejos galpones ferroviarios de Tolosa y la guarda del FFCC Roca. Nos rodean innumerables tambores, cada uno con los colores característicos de las agrupaciones, varias parrillas al ras del piso con chorizos y hamburguesas –“no carnívoras” y de las otras- y un sinfín de termos, mates y botellas varias de cerveza, fernet y agua. La fiesta no ahorra condimentos.
De 522 a 524, las comparsas se agrupan en tandas, sobre el paredón, para compartir los fuegos y el templado. Hay mucha madera, palets, cajones de verdura y pollo, leños. Ese llamador del alma que siempre es el fuego envuelve la ronda de tambores para templar las lonjas –los cueros- y lograr el punto justo de afinación antes de colgarse el instrumento. Las brasas que se vayan acumulando se echarán sobre un costado para mantener la temperatura de las parrillas o darle calor a los discos de arados, llenos de carne y verduras.
Vuelvo a la frase: en realidad, el Ñato me estaba diferenciando el género musical de lo coreográfico teatral, mientras hacía sonar y afinaba el “chico”, el “repique” y el “piano”, del registro más agudo al más grave, tambores con los que forma la percusión la cuerda del candombe. Conformada, además, por personajes ancestrales como el “gramillero” o curandero con sus yuyos; la “mama vieja”; el “escobero” que barre las malas vibras y las mufas; y las “vedettes”, como cuerpo de baile, símbolos que representan el origen de esta música de ineludible resistencia contracultural. Se suman los portaestandartes y los banderilleros, que encabezan y abren la calle para que cada comparsa desfile.


El desfile
Varias comparsas de la región –esta vez no hubo agrupaciones de otras provincias ni del Uruguay- salieron pasadas las 15.30, emancipadas en mil colores. La procesión se mantuvo por calle 3, hacia el corazón del centro de Tolosa, donde el empedrado aún comulga para mantener las tradiciones. Aibá, La Cumbre, La Cuerda, el Candombe del Parque y Oieló, el Rejunte de Tambores, La Minga, Lonjas 932, Afro Raíz, Tambores Tintos e Influencia Negra, mostraron sus números y sus formaciones y le dieron al barrio, a la ciudad, los tonos y el ritmo por antonomasia de la resistencia a mano y tambor.
Cuando cayó la tarde, la fiesta y la música siguieron con los grupos en el galpón del Villa Rivera, el club insignia del popular barrio tolosano de las "Mil Casas". A la jornada no le faltaron invitadas e invitados: Matías Mormandi, el Tincho Acosta, Doña Flor y sus Rítmicxs y la Murga Retirada.
“Son muchos años de continuidad y trabajo. Y el barrio lo acepta, siempre”, me dice el Goma cuando le pido que me resuma el espíritu que se vive con cada nueva Llamada. El Goma, un emblema del candombe platense, maestro docente de muchos en el arte del tambor. Integrante de La Cuerda, la primera comparsa de La Plata y fundadora de este espíritu candombero de la ciudad. Ya llevan 21 años…
El Colo está más allá. El Colo, otra alma tamboril de Lonjas 932, faro tolosano del candombe y, junto a La Cuerda, una de las más antiguas.
“Salir con el tambor es una religión; una pasión. Hay que colgarse y tocar el tambor para sentirlo y gozarlo. Es un momento donde el tambor te transporta…”, me dice, mientras le gana la ansiedad y se reúne, dentro del patio del club, en todas las charlas que la pandemia había postergado.
La 932 –el nombre resume la esquina donde iniciaron todo- se junta desde principios de los 2000. Ahora en 9 y 528, en la esquina de la toma eléctrica.
Cae la noche y en el patio del Rivera suena Jaime. “No hay que olvidarse… el tambor”, se escucha resumir a Ross en su popular oda al candombe. Que así sea, siempre: Tolosa, empedrado y Candombe del 25. El barrio del tambor.

* Unos garabatos sueltos, pensados y publicados en 90 Líneas.