viernes, 14 de agosto de 2015

Vos, siempre tuyo


Me hubiese gustado que las cosas fuesen de otro modo.
Pero nunca dudé en esperar el día en que cada mail que usted me mandara, ocupara el inocuo lugar "no deseado" del correo.
Así debían ser las cosas; así fueron. Nada peor que finguir, o seguir esperando, desear algo que no se desea.
Le diré que el dolor mayor no es haberme enterado, tantos años después, para mi, los gestos de aquel mail que la cuenta indicaba que no deseaba recibir, sino haberlo leído en esa breve colección de poemas que su amistad con algunos hombres le "honraron" publicar.
Y no es resentimiento. Nada explica mejor mi impostura hacia usted que el deseo de no seguir leyéndolo en cualquiera de sus formas: en la hibridez de sus impresiones o en las voces del día a día.
Quizás opté por sincerarme y el proceso decantó en hacerse público en Twitter, ahora que lo privado (lo de usted, lo mío) es más público que ficción al fin; lo que le sacó misterio a lo que sospechaba: nunca hubo esas "otras"; tan sólo en su cobardía, para intentar explicar ese viaje del que nunca iba a tener noticias antes de suceder; el que lo alejaría de mi y me acercaría a mis "otros" verdaderos, a los que nunca dejé de recurrir para apagar tanto fuego.
No te cuides. Nunca hizo falta.
Vos, siempre tuyo.

Sophie.

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